Capitulo 8 - Astrid -

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Era una fresca mañana en el campamento. Los pájaros cantaban alegres melodías. Los campistas comenzaban a despertar en sus cabañas. Las Náyades peinaban sus hermosas cabelleras en la orilla del lago, donde algunos campistas más madrugadores se encontraban nadando alegremente. Peleo, el dragón guardián del Vellocino dorado, se encontraba dormido en esos momentos, con pequeñas volutas de humo saliendo de su nariz.

Quirón se encontraba en el porche de la casa grande haciendo una bufanda color caqui. El señor D se encontraba durmiendo en una de las tumbonas. Todo el campamento respiraba una paz y tranquilidad muy agradables.

Pero la paz estaba a punto de romperse, pues ese lugar era el campamento mestizo. Y esta vez sería rota por una gran discusión proveniente de la cabaña de Zeus.

--¡¿Como que has tirado todas las galletas?!

--¡Te las comías encima de mis libros! ¡Los manchas todos de chocolate!

--¡Eso no es excusa para tirar mis galletas!

--¡Por supuesto que lo es!

--Hijas de Atenea -- dijo rodando los ojos con desaprobación.

--¡No metas a mi madre en esto, has manchado libro con más de cien años de antigüedad!

--No quería mancharlo, pero se me a caido una galleta encima y tenia que quitar el chocolate de alguna forma--se excuso.

--¿Lamiendolo de un manuscrito único en el campamento?

--¿Acaso esperabas que tirara todo ese chocolate?

--¿Acaso esperabas que después de eso, no tirara al fuego todos tus dulces?

--No te habras atrevido a tirar mis alfajores cubiertos de chocolate al fuego...

--Fueron los primeros en arder

--¡Te mataré!--grito desde un lado de la habitación, mientras señalaba a su compañera con el dedo.

--Astrid, las dos sabemos que no puedes hacerlo, nunca encontrarias otra novia igual de maravillosa que yo.

--Te odio-- dijo fulmimandola con la mirada -- y si que la encontraría-- le saco la lengua.

--Yo tambien a ti cariño. Por cierto te e dejado un último alfajor sin quemar, esta en tu mesita de noche.

--¡Te amo!-- dijo super ilusionada mientras corría hacia su mesita de noche.

--Si reparas el libro, te répondre todos los dulces...de lo contrario, dedicare mi vida a evitar que pruebes el chocolate.

--Mo pe peopupef amof, afeflafe el fifro--dijo con la boca llena.

--Y yo te comprare otra caja de los mejores alfajores si lo haces. Ahora es mejor que nos preparemos para ir a desayunar...aunque tu te acabes de comer un alfajor de medio kilo-- le dijo riendo.

--Exagerada, como mucho pesaba cincuenta gramos, además, el desayuno es la comida más importante del dia.

--Por todos los dioses del olimpo, ¡quereis dejar de discutir! quiero seguir durmiendo-- las interrumpió Thalia desde una de las literas, mientras sonaba un crepitar eléctrico.

--Perdon hermanita-- dijo Astrid alegre-- ¿quieres venir a desayunar con nosotras?

--Paso, prefiero dormir unas horas más y recuerdame no aceptar participar en otra fiesta del pijama...prefiero cazar monstruos a estos horrorosos juegos-- dijo mientras se cubría la cabeza con la manta, volviéndose a dormir.

--No tiene buen perder-- dijo Astrid terminando de cambiarse de ropa. Esa mañana estaba usando una camisa floreada de manga corta, con unos pantalones vaqueros algo desgastados.

Memorias del Campamento MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora