Capítulo 19

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Al darme cuenta de que éste vehículo cuenta únicamente con una luz frontal descifro en un instante de quién se trata.

Cierro la puerta tras de mí y me encamino hacia la entrada de la reja, sin importarme no llevar conmigo el móvil o las llaves de mi hogar corro apenas veo aquel rostro esculpido por los dioses.

-Perdone, no estoy completamente seguro de que sea amigo de la señorita Emma. - escucho al portero hablándole al boxeador.

-Yo tampoco estoy seguro de eso, me considero más como su amante. - responde sonriente, orgulloso de sí mismo.

Apenas llego a su lado Wallace me aborda escandalizado.

-¿A qué se refiere éste joven Emma?

Fulmino con la mirada a Adam y respondo la pregunta del inocente Wallace.

-Está bromeando, es un amigo de la universidad, es así siempre.

El trabajador asiente hacia mí resignado pero lanza una mirada furtiva al boxeador antes de entrar nuevamente a la caseta.

-¿Éste también es novio tuyo?. - cuestiona divertido.

-Sólo trabaja aquí, deja de molestar a los demás. - respondo con los ojos muy abiertos.

-Está bien, pero antes una pregunta más, el tipo del auto bonito, ¿era tu verdadero novio?. - interroga señalando con el mentón el camino que tomó el BMW.

-No es mi novio. - contesto molesta.

-Vamos a fingir que es cierto, ¿Nos vamos ya? - me invita a subir a su motocicleta guiñandome un ojo.

No demoro nada en subir cuando él arranca deliberadamente haciendo que lo sujete fuertemente de la cintura.

-Por favor Emma, mantén tus manos arriba, si las sigues bajando tendré que detenerme para aliviar mi malestar y perderé la pelea por no presentarme.

Me dice con voz ronca, la cual atina justo en lo más íntimo de mis pensamientos, haciendo que las mejillas se me enrojezcan.

Aclaro mi garganta y subo mis manos obedeciendo a Adam y puedo sentir la risa en su torso.

Durante todo el camino no se dijo una palabra, lo cual agradecí infinitamente ya que tenía demasiado ocupado el cerebro pensando en cómo iba a quitarme de encima a Elliot sin perjudicar a mi familia.

Quince minutos después llegamos al gimnasio, a decir verdad es el trayecto más corto que eh tomado hasta aquí, quizá se debe a que Adam conduce como un demente.

Bajo del vehículo antes que él y espero a su lado mientras apaga el motor y abre el asiento para sacar una bolsa desgastada con lo que creo que son sus cosas de boxeo.

-El día que me llevaste - hablo y lo hago sonreír.

-Ese día dejé aquí mis cosas, hiciste que se me olvidaran. - dice adivinando mis pensamientos.

Asiento con la cabeza y lo sigo por el estacionamiento privado, entramos de la misma manera que la noche en la que nos robaron el auto de Grace.

Sigo sus pasos tranquilos por el pasillo hasta llegar a una habitación.

Entra y deja la puerta abierta para que yo pase, pero después de cruzar el umbral cierra con seguro, esto hace que empiecen a entrarme calores.

Estoy de pie a mitad de la reducida habitación y Adam camina relajado por ella, mueve un par de cosas pero a cada paso que da nuestra cercanía se ve comprometida, estoy petrificada admirandolo, para fortuna mía se quita la sudadera que trae puesta y deja al descubierto toda la espalda ante mis indignos ojos.

-Madre del amor hermoso... - susurro con un tono de voz que ni yo misma me reconozco.

Adam se percata de mis palabras y me observa confundido pero sigue mi mirada y sonriente se acerca a mí.

Me acorrala entre su asombroso físico y la puerta, mi cabeza sube para poder mirarlo fijamente, cuanto más baja él más cercanos están nuestros labios, pero justo antes de que éstos se rocen él se detiene.

-¿Esta vez también saldrás corriendo?. - pregunta divertido.

-Imbécil. - respondo y me pego a él con un sólo movimiento.

Nuestros labios se entrelazan y empiezan un frenesí de sentimientos dentro de mí, soy testigo del abandono total de mi conciencia, dejo en manos de mi lujuria el control de mí misma.

Mis manos suben al cuello de Adam, mientras que las de él bajan por mi cintura, acercando su cuerpo a mi vientre hace que desee nunca separarnos.

Empiezo a creer que cuanto más lo beso me hago más adicta a estar cerca de él, siento que mi cuerpo lo reclama enteramente y a juzgar por su conducta creo que él siente lo mismo.

Sin reparar en escrúpulos siento su mano en mi trasero, abro los ojos divertida y lo veo sonreír mientras continuamos besándonos.

"Dos pueden jugar el mismo juego" pienso y tomo valor para hacer lo que estoy pensando.

Mi pierna izquierda pasa por detrás de su derecha y hago que su entrepierna se acerque a mi aún más.

Separamos nuestros labios y le suelto para poner algo de  distancia entre ambos, él abre mucho los ojos y comienza a negar con la cabeza

-No puedes dejarme así Emma.

-Pensé que no querías que te hiciera perder el tiempo. - contesto con una perfecta actuación de inocencia.

Camino hasta la camilla y subo para sentarme y mirarlo desconcertado.

Su entrecejo se frunce y me mira visiblemente frustrado.

-No te saldrás con la tuya... Pelirroja calienta braguetas. - bufa y se pone a hacer flexiones en el suelo.

Lo miro divertida y me felicito mentalmente por darle una merecida lección a su gran ego.

Mientras Adam realiza algunos ejercicios saca a flote una conversación que habría deseado jamás empezar.

-La otra noche en el bar, tu novio y un amigo de él tuvieron los huevos de amenazarme. - dice poniéndose de pie. -en realidad, no es que me moleste, pero me preocupa un poco ser el que destruya tu vida perfecta. - continúa hablando mientras se venda la muñeca izquierda.

-No es más mi novio. A decir verdad desde hace bastante tiempo no tengo nada que ver con él.

Me mira desconfiado, con una sonrisa que no alcanza sus ojos.

-Como sea, tengo que salir en unos minutos. - habla sentándose a mi lado.

Recuesta su cabeza en mis piernas, cerrando los ojos y tranquilizando su respiración.
Contengo las ganas de meter mis dedos entre sus mechones para masajear su cuero cabelludo.

Nos quedamos así 3 o 4 minutos y de un momento a otro se pone de pie, dando pequeños saltos en puntas y tirando golpes al aire con el ceño fruncido.

-¿Alguna vez te han diagnosticado bipolaridad o algo parecido?. - pregunto exaltada por sus cambios tan repentinos de humor.

-Sé llama estabilidad emocional Emma, puedes tener sentimientos a voluntad, deberías intentarlo alguna vez. - replica sonriendo y dándome la espalda sale por la puerta con los guantes en mano, no sin antes preguntar:

-¿Vienes?

Solo Llámame Adam [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora