Oneshot

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- Tu egocentrismo y el hecho de que alardeas tanto de ser quién eres me provoca sorpresa ante la revelación de tus verdadera capacidades. Fue fácil. Y sigues sin darte cuenta, o querer aceptarlo. - una sonrisa de satisfacción oscureció su rostro.
El otro seguía inmóvil, desde su asiento.
- No eres real.
- ¿Puedes verme?
El hombre asintió, y cerró los ojos. Preguntándose ¿Cómo es que había podido sobrevivir?
- Eso no va a ayudarte. Soy real, Sherlock. No soy un fantasma o un producto de tu imaginación, tampoco de tu palacio mental. Aunque, debo admitir que me encanta que mi imagen que tu mente convirtió en pesadilla te haya aterrorizado durante mi ausencia.
- ¿Qué haces aquí?- escrutó al hombre.
- Me pregunto cómo será. Tener miedo. ¿O es acaso que te sentiste solo y me extrañaste en realidad? La vida ordinaria puede terminar con tus facultades mentales y me utilizaste como una vía de escape. Interesante. Me gustaría tener una recreación tuya en mi mente "Moriarty debe ser destruido. Moriarty debe ser..."
- ¿Qué haces aquí? -repitió el detective con seriedad.
- He venido a hacer negocios, Sherlock.
Sherlock levantó una ceja, cuestionando al individuo que acababa de sentarse frente a él y comía una de las galletas servidas en la bandeja que la señora Hudson había preparado no hacia mucho tiempo.
- ¿Qué clase de negocios? ¿Un nuevo pacto suicida?
Jim sonrió una vez más. Mientras movía su cabeza hacia los lados.
- No estoy interesado en morir, Sherlock. Tampoco en matarte, por ahora, claro. Es algo con un poco menos de clase, aunque de igual manera lo encontrarás fascinante. No vendría de no ser así.
Sherlock miraba con atención a su némesis con las manos bajo la barbilla, escuchando sus palabras llenas de ese tono de burla que lo hacían no poder confiar del todo.
- Escucho.
- Muchas veces te he escuchado tocar, Sherlock. Cuando John Watson no está, cuando estás solo. Me gusta.
Sherlock asintió, no era novedad que Moriarty lo espiara en su propio departamento. Tendría que desinstalar cámaras escondidas otra vez.
- Quiero contratar tus servicios. Para un cliente, uno especial.
- ¿Por qué yo?
Jim rodó los ojos, como si la respuesta exagerara en obviedad.
- Ya te lo dije. Tengo un excelente gusto - sonrió, haciendo una pequeña pausa- musicalmente hablando, por supuesto.
- ¿Y que gano yo con esto? ¿Qué me garantiza que no es una trampa?
El otro suspiró dramáticamente.
- Eso sería aburrido, Sherlock. Y ordinario.
El detective asintió, tenía razón, no sería algo que Jim haría para ganar.
- Ponte tú mejor atuendo, y toma tu violin. Esperaré aquí, no haré nada. Lo prometo.
Sherlock lo miró con sospecha, su promesa hecha con tono infantil no terminaba de convencerlo, pero accedió a realizar lo que le era solicitado por el criminal consultor, dirigiéndose a su habitación y cerrando la puerta detrás de sí, tomándose un poco menos de tiempo del que le era habitual para arreglarse.
Al regresar se encontró a Jim dando vueltas por el apartamento, ahora estaba cerca de la chimenea, revisando superficialmente la correspondencia.
- Me gusta- sonrió complacido, al recorrerlo con la mirada de arriba a abajo- completamente acorde a la ocasión.
Sherlock había elegido un atuendo en su totalidad en negro, que lo hacía resaltar su figura, y el color pálido de su piel, sus ojos también brillaban más, lucía elegante, como un concertista. Jim dejo las cartas y miró una vez más al lugar, sin mostrar ni el más mínimo disimulo. Sherlock tomó su violín y lo guardó en su estuche con cuidado.
- Es hora de irnos. A Sebastian no le gusta esperar.
Y ambos salieron de las habitaciones de Baker Street, subiendo a un auto negro, con vidrios polarizados, cuyo conductor pudo distinguir como Sebastian Moran, Sherlock se encargó de enviar un mensaje a John, en caso de que Moriarty rompiera sus promesas.
La tarde había caído cuando llegaron al lugar. El crepúsculo había llenado de rojo el cielo, y una línea de azul oscuro lo seguía con velocidad. Un edificio, grande, elegante, de estilo neoclásico, fachada de color blanco, como casi todos los edificios de esa época en Londres. Los vidrios habían impedido que fuera capaz de distinguir el camino hasta el lugar, sin embargo, Sherlock había notado que el conductor había dado algunas vueltas en círculos en determinados puntos, doblado en direcciones que no tenían sentido, porque también, había percibido que habían vuelto de dónde venían en ocasiones. Obviamente todo eran instrucciones de Moriarty, y quizás a este se lo habían ordenado también. ¿Quién era ese a quien irían a ver?
- No me lo dijiste - exclamó Sherlock.
Jim levantó la vista de su teléfono.
- Sherlock, Sherlock. - suspiró y susurró- te lo diré una vez que vayamos de vuelta a Baker Street más tarde, hoy mismo.
Volviendo la vista hacia el asiento del conductor, hizo una seña al conductor y esté en gesto de obediencia asintió con la cabeza y condujo dejando solos al detective y criminal frente a la gran puerta de color negro y números dorados que Sherlock pudo ver, eran en efecto, de oro.
La puerta se abrió ante ellos de pronto, una mujer joven, atractiva y vestida como para dar servicio en una gran gala, los recibió y condujo hasta un oscuro pasillo donde Sherlock solo pudo percibir una alfombra, y retratos de marcos antiguos a lo largo de las paredes. Y un olor. Sherlock olfateó de manera más profunda mientras avanzaba a un lado de Moriarty, detrás de la mujer.
- Hierro. Sangre. - susurró James - no hagas preguntas, no hagas deducciones. No ahora, si eres capaz de ello, entonces te prometo que tendrás mucha diversión después.
Escuchó la risilla de Jim una vez más, la puerta de madera se abrió con lentitud, la mujer ingresó e hizo una reverencia a una silla de finales de la época victoriana frente a una ventana, donde la luna proyectaba una sombra larga que alcanzaba a tocar los pies de los tres recién llegados.
La mujer se retiró, cerrando la puerta, Jim sonrió a Sherlock y ocupó una silla colocada a un lado de un librero junto a una de las paredes en la habitación. La silla frente a la ventana estaba de espaldas al detective y no podía describir si alguien estaba en realidad ahí. Sherlock se puso a la defensiva y miró a Jim con recelo, mientras este seguía sonriendo. La mujer volvió entonces, colocó un atril frente al detective, y colocó partituras, partituras que parecían originales de siglos pasados, al terminar de colocar aquello, la mujer fue a la esquina más lejana a James, mirándolo con velocidad para después bajar la mirada al suelo. El detective notó dicha reacción, haciendo caso omiso, volvió a encontrar la mirada con la del otro hombre quien asintió como dándole la señal de inicio.
Sherlock examinó la pieza por unos segundos antes de comenzar a entonarla.
Puso el violín sobre su hombro y comenzo a mover el arco ágilmente sobre las cuerdas, produciendo sonidos suaves y lúgubres. Al principio no reconocía la melodía, sin embargo al llegar al segundo movimiento, el allegro moderato, la recordó, la había escuchado alguna vez en su niñez. Tartini. (1) Cliché.
Guardó el pensamiento para si y continuó con la ejecución de la pieza hasta el final.
La pieza era algo más complicada de lo que recordaba, sin embargo sintió como si una fuerza externa a él controlara sus brazos logrando hacer los movimientos correctos, era una sensación muy extraña, oscura y que le hacía creer que estaba enloqueciendo, seguro también estaba alusinando con Moriarty y toda la situación. Jim asintió con seriedad y ambos fueron desalojados de la habitación, por la mujer.
- Le agradó- aseguró James en el auto. Sebastian estaba ya esperándolos fuera.
- ¿Cómo lo sabes?
- Sigues vivo, desafortunadamente.
Ambos guardaron silencio hasta que llegaron a Baker Street, Sherlock no se sentía cómodo dejando a James Moriarty salir y entrar a su placer, pero necesitaba saber a qué se debía la extraña petición del criminal.
-¿Quieres saber qué es lo que pasa? - Jim sonrió una vez más.
Sherlock lo miró, exasperado.
- Es el fantasma impalpable del crimen, el que se arrastra día y noche por estas callejas e intenta materializarse. Está en el aire y no lo ves. De repente se posa sobre un alma humana sin que nosotros lo sospechemos..., aquí, allá y, antes de que lo podamos apresar, desaparece, y ya todo ha pasado.
A nosotros sólo nos llegan oscuras palabras sobre un suceso terrible.
Se convierten en esas criaturas misteriosas que viven a tu alrededor: se mueven sin voluntad por su existencia, agitadas por una corriente magnética invisible.(2)
Sherlock se estremeció debido a un escalofrío que recorrió su espalda. Sabía que Jim estaba citando algo, pero no sabía que, y a pesar de eso, la última parte de su verso: "se mueven sin voluntad por su existencia, agitadas por una corriente magnética invisible", era tal y como se había sentido al estar tocando en aquel desolado sitio.
- Nunca me han agradado tus juegos de palabras.
- Si te lo dijera todo, ¿dónde estaría la diversión, Sherlock?
Sherlock no dijo nada, rodando los ojos. No sabía que era lo que tenía exactamente entre manos esta vez.
- Te lo has estado preguntando, ¿no? Toda la tarde intentado silenciar a la vocecilla en tu cabeza. ¿Cómo está vivo? La callas por instantes solo para escuchar a otra, ¿Qué es lo que quiere? Y lo haces una tercera vez, ¿Qué fue lo que me sucedió ahí?, algo que ya te respondí, por cierto. Tres cosas que Sherlock Holmes no es capaz de comprender, o tres de las que se ha dado cuenta hasta ahora.
- ¿Y?
Moriarty río, fue una carcajada la cual reflejaría la ira y éxtasis de Satán en el infierno al tener frente a frente a su enemigo.
- No todo lo que ves es lógico. No todo lo que ves es real. - comenzó a dar vueltas detrás del detective, de un lado a otro, acercándose a su cuello y haciendo expresiones exageradas con los brazos.
- No imaginé todo esto.
- Yo no dije que eso hubiera pasado. ¿Realmente te rindes? ¿Quieres saber cómo sobreviví? Bien.
El criminal consultor se puso frente a frente con el detective, retándolo.
- Tú no crees en Ángeles y demonios, y sin embargo, tu eres un angel, Estás de su lado, aunque eres un ángel algo... rebelde, travieso - el criminal sonrió- y el demonio, bueno es más divertido.
Sherlock miraba al psicópata como si este estuviera más que demente, siempre había reconocido la inteligencia de su rival pero ahora que decía tantas cosas sin sentido, comenzaba a pensar que el tiempo ausente había terminado con la poca cordura que tenía.
- Conozco tus comparaciones, ¿cuál es tu punto? No pretendes decirme que un ente sobrenatural te ayudó. - habló Sherlock al fin, un fuerte sarcasmo en su tono.
- No - Jim dijo entre risas, volvía a estar detrás de él, esta vez una sombra pareció atravesar el pecho del detective cuando el criminal poso sus manos sobre los hombros del hombre que hablaba. - Te ayudó a ti.
Los ojos de Sherlock se quedaron clavados en un punto invisible, una sombra parecida a un chorro de tinta pasó a través de sus azulados ojos, Jim Moriarty caminó hacia el asiento frente al detective, quien sin decir nada, tomó su violin, y con la expresión  como si su alma hubiese sido sacada de su cuerpo y ahora moviera una vez más su brazo como ayuda, comenzó a tocar a la perfección el capricho número 13 de Nicólo Paganini (3), una pieza imposible para cualquier mortal común, pero no para uno elegido por el demonio para tocarle a él mismo. 

Notas:
(1) La melodía a la que se hace referencia es Tartini Violin Sonata in G minor. También conocida como "El trino del diablo", cuya leyenda habla acerca de que Giuseppe Tartini tuvo un sueño donde el diablo tocaba dicha melodía.

(2) Fragmento extraído de "El Golem" (Meyrink, 1915).

(3) El capricho no. 13 de Paganini, también conocido como "la risa del diablo" o "la sonata del diablo", es popular debido a que la complejidad de la pieza es muy alta, además de la leyenda que habla sobre un pacto con el diablo por parte del compositor, lo cual le había facultado de sus extraordinarias habilidades, y a que cuando tocaba dicha melodía una sombra diabólica parecía acompañarle.

Agrego ambas melodías para que puedan escucharlas. En realidad es música muy bella que poco tiene que ver con las leyendas que han surgido a su alrededor.

Escribí esto porque quería tenerlo para Halloween, pero por varias razones me fue imposible,aún así, considero que el mes, se presta para este tipo de lecturas. Me inspiró mucho la historia de Paganini, déjenme saber si les fue de su agrado o no. Un abrazo.

El violinista del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora