Dulce o truco

La mirada de Makoto se pierde en cada detalle de su novio. Su espalda, que se ve mucho más ancha y fornida con esa chaqueta de cuero, su pantalón ajustado remarcaba sus glúteos y el delineador que en ese momento se coloca en la parte baja de sus ojos turquesa, resalta su color, afila su mirada a través del espejo, la hace más penetrante. Makoto siente una corriente bajar por su columna vertebral y la garganta seca cuando ve al reflejo de Sousuke sonreírle maliciosamente.

Makoto carraspea y pone más atención a su propio vestuario, termina de atar la faja roja a su cintura y se acomoda el volado de las mangas de su camisa.

Su grupo de amigos había decidido ir a la fiesta de Halloween que organizaron los otros amigos de Kisumi. Y cuando hablaron de disfraces, Sousuke dijo que ya tenía el suyo, lo cual era mentira, se vistió completamente de negro y consiguió un delineador. Dijo que era un vampiro, de los modernos.

Makoto iría de pirata. Con su pantalón ancho y las botas altas, un par de aretes falsos y un pañuelo en la cabeza.

Sousuke se acerca a él sin disminuir la malicia en su sonrisa, toma los aretes de la cama y le ayuda a colocárselos.

—Ahora solo te falta el pañuelo —le dice—. Me gusta como te queda ese peinado —Makoto instintivamente se pasa la mano por su cabello, ligeramente engominado, peinado hacia atrás. Su novio lo sorprende con un corto beso en los labios y palmea uno de sus glúteos—. ¿Está todo listo?

—Sí, eso creo.

—Bien. Iré a cerrar la puerta de la cocina.

—Por favor, asegúrate que Kae-chan tenga agua y croquetas, no recuerdo si lo hice.

—De acuerdo. Tu gato es un mimado. —se queja, pero fue Sousuke quien decidió cambiar a las croquetas más finas, y por ende más costosas. Y también quien le compró un nuevo rascador.

Makoto sonríe mientras levanta a Kae-chan de su pañuelo y lo deja en medio de la cama. Acaricia su pelaje negro y de pronto la habitación entera se sume en una penumbra espesa.

—Sousuke, no juegues así. —levanta la voz, pero nadie responde—. ¡Sousuke basta! Enciende la luz —nuevamente no hay respuesta y la habitación sigue a oscuras. Su vista se va acostumbrando a la oscuridad y puede distinguir algunas cosas. Entre ellas el perfil de su gato al que levanta en brazos, mas que todo para reconfortarse a sí mismo, y va caminando lentamente hacia el apagador, que, como era de esperarse, no funciona—. ¡Sousuke, es en serio, ya basta!

Sale al pasillo con las rodillas trémulas y su gato en brazos. Siente miedo, claro que sí, pero no piensa darle gusto a Sousuke en asustarlo... demasiado.

Kae-chan, cansado de ser apoyo moral, se remueve en sus brazos hasta que logra salir de su agarre y cae grácilmente al piso.

—Traidor — le susurra Makoto y se sobresalta al escuchar un golpe sordo de la habitación de donde salió— ¡Sousuke, esto no es gracioso!

—Lo es para mí —susurra una voz gruesa a su espalda antes de apresado en un fuerte abrazo.

Makoto chilla y se suelta del abrazo, pero rápidamente vuelve a refugiarse en el.

—¡Sousuke idiota! ¡Casi me matas del susto! —gimotea abrazado a su novio.

—Lo siento. Creo que me excedí.

—¡¿Lo crees?! Si ya no me quieres sólo dilo —chilla intentando calmar su respiración y a su corazón que amenaza con salirse de su pecho. Aún siente sus piernas temblar, como si le costaran sostener su peso. Sousuke se ríe acariciando su espalda y su cuello, meciéndolo en un abrazo.