29. "¿Enamorada yo? ¿De ese Iceberg?"

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Claudia. 

—Quiero estar solo.

La petición no me sorprende en lo más mínimo, esa suele ser la reacción de Artemis cuando pasa por algo emocionalmente difícil. Fue lo mismo aquel día que descubrió lo de su madre con el otro hombre, después de que curé sus heridas, me pidió lo mismo.

"Dejáme solo."

Supongo que hay cosas que no cambian.

Una parte de mi quiere quedarse, quiere abrazarlo y susurrarle cosas positivas al oído pero lo conozco, él necesita tiempo a solas para asimilar todo lo que acaba de pasar, todo lo que le ha dicho a su madre frente a toda su familia. Se que cuando ya lo haya procesado todo, vendrá a mí, fue así hace tanto tiempo y no será diferente ahora.

Sin embargo, le debo un intento, solo por si a caso él ha cambiado durante estos pasados años.

Estamos en el estudio de su padre así que me siento a su lado en el sofa.

—Artemis.

—No.— él sacude la cabeza, sin mirarme.

Y esa es mi respuesta.

Él necesita su tiempo a solas y no me molesta que así sea, yo también he tenido momentos en la vida donde necesito el silencio de la soledad para asimilar muchas cosas.

—De acuerdo.— le digo, poniéndome de pie, —Estaré en mi habitación.

Él sabe que puede venir a mi cuando este listo.

—Me iré al trabajo en unos minutos.— me informa, —nos vemos en la noche.

La frialdad de su tono no es algo que me sorprenda, pero tampoco me agrada. Cuando se siente vulnerable de alguna forma, sus helados muros defensivos salen a la luz. Y no creo que sea algo que él sepa que hace, le sale muy natural.

No digo nada, y camino a la puerta, le echo un último vistazo por encima de mi hombro, él sigue sentando, en su traje perfecto inclinando hacia adelante ligeramente, sus codos sobre sus rodillas, sus manos masajeando su cara, su expresión una mezcla de frialdad y dolor. Por un segundo, debato entre volver ahí y abrazarlo pero decido respetar su petición.

Al salir de ahí, me encuentro a Apolo en la sala, sentado en uno de los sofas de la misma forma que su hermano, incluso masajeando su rostro de manera similar. Supongo que son hermanos después de todo.

Me parte el alma ver lo rojo que están sus ojos, y la tristeza que contrae su tierno rostro. Él me ve pero no dice nada. Suspirando, me siento a su lado y su reacción inmediata es girarse hacia mi y abrazarme.

—No tenía ni idea.— susurra contra mi cuello, —no sabía... de verdad, yo...

Nos separamos y el color café de sus ojos se identifica por sus recientes lagrimas.

—¿De qué estas hablando?

Él tuerce sus labios antes de lamerlos como si intentara calmar sus ganas de llorar.

—No sabía que él había sufrido tanto.

Se que se refiere a Artemis.

—Apolo...

—No, yo siempre... pensé que él era un idiota frío porque si, que de verdad quería todo el poder sobre la empresa de mi padre. Solo asumí...— él aparta la mirada, —No sabía el dolor de mi propio hermano, Claudia.

Abro la boca para decirle algo pero él sigue.

—¿Qué clase de hermano soy? Él ha vivido con toda esa frustración, apoyando a mi padre al cien por ciento, le ayudó a levantarse y, ¿Qué hice yo? Juzgarlo y verlo de mala forma.

A Través De Ti [Hidalgos#2] ✔️ [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora