Seiza, el renacimiento de las estrellas.

Albergue.

Un olor insoportable a metal, pólvora y sangre añeja invadía los escombros a los que se solía llamar "ciudad".

Huesos humanos, de animales, tornillos y trozos de metal abollados y quemados estaban distribuidos por el suelo, un panorama normal para Megred. Bueno, las veces que había salido al exterior.

Eran muy pocas las edificaciones que seguían en pie casi completas, y aunque lo estuvieran; o les faltaba un pedazo o estaban agrietadas a punto de caer.  No importaba mucho en realidad, los pocos humanos que quedaban vivos estaban escondidos  del apocalipsis que había afuera. Mientras que los otros, lo normal sería que un pedazo de cemento les cayera en la cabeza y los matara. No habían hospitales, así que lo normal sería que muriera, pensó.

Todos los días Megred entraba en una especie de trance planteándose distintos problemas, acertijos o simplemente hablaba con sus pensamientos para distraerse de lo que ocurría allá afuera mientras ella estaba ahí encerrada. 16 años encerradas en un albergue de humanos para sobrevivir, huérfana. Su padre murió en la batalla y su madre murió de inanición luego de que ella naciera. Realmente no le gustaba pensar en ello.

El sonar de sus pensamientos fue interrumpido por el sonido del hambre. Su estómago rugió de una feroz manera. Miró hacia su alrededor. De las 30 personas albergadas ahí, 15 estaban enfermas, y de las 15 restantes, ella era la más joven.

Los más jóvenes se encargaban de ir a otros albergues a conseguir comida y medicina para los enfermos.

El albergue más cercano estaba a 1 hora caminando de acá.

Se planteó opciones:

1) Morir de hambre pero no agujereada por una bala perdida.
2) Lo contrario a la primera.
3) Ir al albergue y quedar como una heroína.

Descartó las dos primeras. Era ir y batallar o morir de hambre en el intento.

Suspiró pesado, y se puso de pie anunciando.

— ¡Yo, Megred, iré al albergue F4 a conseguir medicina y comida para los enfermos! — Tomó algunas cosas necesarias para el viaje como una pistola con dos balas y un casco. Se acercó a la escotilla y subió por la escalera, saliendo, cuidadosamente hacia el exterior.