Capítulo Único

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El tic tac proveniente del reloj en su oficina no dejaba de exasperarlo, y menos si tenía miles de flashbacks pasando uno tras otro en su cabeza, imaginando incontables situaciones en las que Mob se podría encontrar justamente ahora.

Su mente era demasiado traicionera, torturándolo con algo que irónicamente él mismo permitió. Shigeo había llegado más que emocionado a su oficina, casi rogándole que le diera el día libre por hoy. Obviamente que Reigen tuvo todas las ganas de negarse a su petición, pero no pudo resistirse a esos ojitos suplicantes que dejaba ver su discípulo; pues claro, le preguntó el motivo tras esto, y una incómoda sensación se instaló en su pecho al oír desde los labios ajenos que él finalmente se le confesaría a Tsubomi, y precisamente en un lugar donde tendrían bastante privacidad.

Lo tuvo que haber impedido desde el principio, persuadirlo para evitar que aquello se concretara, pero sus ocurrencias optaron por abandonarlo en el peor momento posible. El chico salió por esa puerta más que feliz, con sus emociones en una dolorosa algarabía para Reigen, quien no se privaba de admitir que sentía envidia de esa chica.

Patético, verdad? sentirse así a sus veintiocho años por un niño que por cuatro años más continuaría siendo inalcanzable para él. No dudó en encender el quinto cigarrillo del día, para enseguida ver en su móvil la localización de su discípulo; estaba en un parque algo alejado de su oficina, y aunque se hubiese molestado en ir a buscarlo, sabía que era mejor así, dejarlo a su suerte.

Porque si Tsubomi le correspondía, sin duda le estaría haciendo un enorme favor. El falso psíquico tendría un motivo para olvidar esos jodidos sentimientos hacia Mob.

Al final de cuentas, Reigen optó por cerrar e irse a un bar, al más cercano que encontrase. Era un hecho que el muchacho no se aparecería por su oficina, por lo que se aseguró de dejar todo bien cerrado y desaparecer de allí. Era aburrido para él no tener al chico cerca, aún si estuviese callado e inexpresivo todo el rato, porque sabía que estaba ahí, a su lado.

Llegó al dichoso bar y pidió algo suave, ya que recién era mitad de semana y no quería tener que lidiar con una resaca al día siguiente. Entre trago y trago fue recapitulando cada episodio de su vida en el que Mob era el único protagonista, llevándose toda su atención y ganándose su asombro al ir mostrándole poco a poco parte de sus emociones.

No supo en qué momento comenzó a sonreír como un idiota al recordar todo aquello, mas no le molestaba debido a la sensación tan reconfortante que lo envolvía de pies a cabeza. Shigeo le hacía sentirse como todo un adolescente con sus actitudes simples, sus palabras, sus intentos de querer expresarse mejor de lo que ya lo hacía.

Y nuevamente todo se reducía a la realidad. Esa en la que él bebía como una lamentable manera de distracción, mientras que Mob se confesaba ante la chica más linda de la secundaria Sal.

Pagó la cuenta y a paso lento salió del lugar. Alzó su vista para percatarse de que ya estaba atardeciendo, por lo que apenas llegase a su apartamento comería y se echaría a dormir.

Subió con pesadez por las escaleras, con el arrepentimiento sintiéndose en cada uno de sus pasos; mas todo pareció calmarse en su interior al divisar a cierto chico sentado junto a su puerta. Reigen se frotó los ojos para asegurarse de que aquello fuese real, que no estaba alucinando o que no fuera una mera imaginación suya gracias al poco alcohol en su sangre.

─...Mob?─preguntó Arataka algo inseguro, acercándose cautelosamente al chico.

─Ma-Maestro... ─y sin más Shigeo se lanzó a los brazos del contrario, queriendo refugiarse en la calidez del mayor.

No estaba llorando de felicidad, de eso Reigen podía estar muy seguro. El muchacho temblaba entre sus brazos, llorando desconsoladamente y aferrándose débilmente a su cuerpo. Algo había salido mal, y el falso psíquico no sabía si alegrarse o lamentarse por ello.

Inminente Rechazo | ReiMobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora