Todo el mundo cree que el fin del mundo esta cerca, que llegara a manos de la propia naturaleza. Todo empezaría con pequeños avisos por su parte, temperaturas cálidas en la Antártida, tormentas de nieve en el desierto, huracanes por doquier, volcanes en erupción masiva, maremotos como consecuencia.
Los continentes irían desapareciendo al igual que la Atlántida, quedando todo sumergido, no dejando un hueco en la tierra donde poder vivir.
Todo se congelaría, entrando en una nueva edad de hielo...
Nada a parte del agua congelada cubriría la faz de la tierra, hasta el momento en que le llegase la hora de cambiar...
Los meteoritos impactarían sobre el hielo, provocando las explosiones que descongelarían el planeta, haciéndole entrar en calor, pero originando la evaporación del agua que tendría que dar paso a los ríos y mares. Dejando caer a la Tierra en las sombras, privándola de toda clase de vida. Toda la superficie se convertiría en lava pura, alcanzando una temperatura vertiginosa, no muy dispar a la del Sol, estos se atraerían entre sí, como dos amantes hechos el uno para el otro, fundiéndose, siendo así el fin del que un día había sido nuestro planeta... nuestro hogar...
No se equivocaron mucho en sus predicciones...
Año 3112
La Tierra nunca llegó a fundirse con el sol, se quedó mirando a su amor platónico desde el mismo sitio. La vida resurgió de entre las lavas.
Las moléculas evolucionaron a un ritmo acelerado, en poco más de mil años desde la caída del último meteorito, la vida había vuelto creando campos, bosques, criaturas diminutas. Nuevos seres, para un nuevo mundo. Nada de lo que creíamos saber o conocer servia de algo.
Todo parecía volver a empezar, a ser como antaño fue...
Este fue el año en que los superviviente que lográramos huir de la catástrofe refugiándonos en el espacio, volvimos a pisar la Tierra.
Se alzaron grandes ciudades cerca de la costa, ya no había continentes, solo era un gran islote al que le dieron el nombre de Digamma y un único mar, Qoppa.
Los polos del planeta se habían visto afectados, no teníamos un solo "norte" si no tres (Norte, Garnoz, Temça), con veintitrés grados de diferencia, formando un triángulo equilátero perfecto en medio del océano, el polo "sur" por su parte, se encontraba dividido en dos, Sur e Imes, en el centro del continente.
Los avances tecnológicos siguieron creciendo, aunque los jerarcas del momento tenían un mayor cuidado por la preservación del planeta, no querían cometer dos veces el mismo error, habían tenido mucha suerte al volver a formarse en el planeta las condiciones adecuadas para poder volver a vivir, agua y oxígeno.
La vida continuaba su curso. Los días eran más cortos, tan solo tardaba diecisiete horas en dar una vuelta completa. Los cambios de estación eran todo un misterio aun por resolver, seguían rigiéndose tanto por las horas, días, meses... de hacía más de mil años. Era quince de octubre y hacía aun más calor que en pleno julio o agosto, rondaban los cuarenta grados por la noche, el día era insoportable.
Me llamo Mark y soy de los pocos humanos que logramos llegar hasta aquí, mi hermano mayor, Jim, es uno de los especialistas que se asegura de que el ecosistema es apropiado para poder vivir.
Diversos temblores azotaban la tierra, abriendo pequeñas fallas en Qoppa, el nivel del mar disminuía, no había tormentas que lo compensasen, ello nos mantenía en alerta, para volver a salir del planeta en caso necesario, aun no se sabia si era estable la atmósfera o si podría cambiar.
Por fin parecía que volvíamos a tener un hogar. Jim, me había contado muchas veces lo que llegaron a hacer nuestros padres para poder salvarnos. - La hibernación era un método aun experimental de mantener a una persona viva mientras estaba congelada, era muy arriesgado, no se conocían los efectos secundarios y con nosotros no quisieron arriesgarse, había otra manera de sostener viva a una persona sin congelarla, sería como volver a nacer. Incumpliendo muchas leyes experimentaron con voluntarios, la placenta artificial creada por ellos daba un resultado magnifico, se presento mucha gente y nadie presentaba efectos secundarios. - Aguantados en suspensión, alimentados a través del ombligo, como fetos en el vientre de una madre, así sobrevivimos durante mil años, nuestra suerte fue que al despertar, todo volvía a ser prospero para nosotros, para la vida.