Capítulo 5

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Mi, espero que futuro secuestrador, se queda pensando la opción y se rasca la barbilla, cuando oímos unos pasos empiezan a subir por las escaleras, por el sonido y por la temprana hora sé que es Molly.

-Apresúrate, antes de que vengan más personas y tengas problemas- le ordeno, le colocó la mano con la daga en mi cuello sin hacer presión, le agarro la otra mano y comenzamos a andar.

Una horrorizada Molly mira la escena y con estupor observa la daga que está en mi cuello.

Le da una bolsa de dinero con ojos llorosos, esperando que así me suelte.

El secuestradorzuelo coge la bolsita de tela, sorprendido y sonriendo, hace un gesto con el índice sobre su boca para pedirle silencio, sino me mataría (si ya, claro, seguro.) Guarda la bolsa y vuelve a cogerme de la mano, nos vamos con paso apresurado.

Conseguimos bajar las escaleras con éxito, cruzamos el pasillo con columnas a los lados.

Tantos años en esta casa; adiós padre, adiós Molly, adiós Sallow.

Y dondequiera que estés ahora, madre, perdóname.

Corremos por la calle nada más salir por la puerta principal, él baja la daga y sujetándome con más fuerza la mano, comenzamos a correr.

Corre increíblemente rápido, metiéndose por callejuelas por las que yo nunca había pasado, supongo que intenta que nadie nos persiga.

Intento correr lo más rápido que puedo, pero mis piernas se enredan constantemente en este dichoso vestido.

-Pero qué lenta- recrimina, con un movimiento de brazos me eleva por encima de él y me coloca sobre su hombro.

Sí, me está llevando como a un saco de patatas.

Me quejo, pero hace caso omiso, sé que estamos siendo más rápidos así.

Tiene muchísima fuerza... pienso, mirando sus fuertes manos, intentando no pensar en la ridícula postura en la que estoy.

-Acabamos de empezar y ya eres una carga- resopla, llevamos un buen rato corriendo y por su voz empieza a estar cansado.

¿Llevamos corriendo? ¿Por qué estoy hablando en plural si yo no estoy haciendo nada?

-Eres un mandril sin modales- consigo bajarme y le doy la mano.- Vamos.

Corremos por casi una hora más, hace mucho que hemos dejado de lado la aldea, a hora sólo nos rodea el campo y el camino a otros pueblos.

-Deberíamos parar y descansar- sugiero, él pone los ojos en blanco y se queja de lo floja que soy, pero seguramente él necesite ese descanso más que yo.

Me mira y se queda callado.

-¿Qué... qué pasa?- pregunto incómoda, noto como comienzo a ser escrutada con la mirada y no me gusta nada.

-Hay que hacer algo con tu ropa, destacas entre el ciudadano medio- sin esperar respuesta coge la daga y comienza a rasgar la capa más superficial del vestido, quitando los encajes, los brillantes y los adornos, hace un desastre y lo convierte en un harapo algo rasgado.

-Mucho mejor- comenta, yo no puedo decir nada, estoy petrificada, pero me enderezo y recobro la compostura.

- ¿Hacia dónde caminamos ahora? - pregunto, ya que aún falta alguna que otra hora para el mediodía.

-Renacuaja- comienza a andar a paso acelerado sin mirar hacia atrás ni contestar a mi pregunta, lo que me obliga a acelerar el paso para seguirle.

Eyleen ReignheartWhere stories live. Discover now