Cuenta Ele:
Iba a ese colegio desde siempre, pero nunca tuve una amiga de verdad. Siempre me miraban raro, nadie me hablaba, hablaban mal de mí y yo ni siquiera emitía un sonido. Las chicas eran muy agrandadas y me rebajaban con la mirada. Siempre andaba sola por los pasillos, sin nadie, los días en el colegio eran interminables para mí. Era buena alumna, pero en lo que realmente me iba mal era en gimnasia. No me destacaba ni ahí y no tenía casi ninguna habilidad. Hoy por suerte había faltado ese viejo amargado y estricto y pusieron a un reemplazante. Había venido varias veces, cada vez que faltaba el profe titular, él venía a darnos clase. Por suerte no era tan estricto y era un caño total.
Se llama Louis, tiene 23 años, morocho, de ojos verdes azulados. Todos me definirían como una santita, pero la verdad era que ya había tenido varias fantasías sexuales con él. Mientras realizaba sus clases, yo aprovechaba para sentarme en uno de los bancos del patio donde hacíamos educación física y lo observaba de pies a cabeza, mientras imaginaba cosas chanchas. Hoy no iba a ser la excepción, entonces me senté a mirar como hacía unas flexiones con los chicos. Estaba sumergida en mis pensamientos y fantasías hasta que…
Louis: Señorita Calder,¡A hacer los ejercicios, vamos!
Ele: ¿Qué? Em, no, es que… no se si le dijo el director que hoy no puedo hacer gimnasia porque…
Louis: Basta de escusas, Calder. Ya me cansé de eso, levántese.
Ele: Profe…
Louis: No puede quedarse inmóvil durante toda la clase, necesito calificarla. Por lo menos vaya a buscar las pelotas y las colchonetas.
Ele: Está bien.
Me levanté, desganada, todos se estaban riendo de mí, como siempre. No le di importancia y me dirigí hacia el cuartito donde estaban los materiales para trabajar en educación física. Primero intenté agarrar la bolsa de pelotas. Estaba muy pesada y no la podía ni mover. Me asomé a la puerta para pedirle al profesor que venga a ayudarme.
Louis: ¿No podés con una simple bolsa?- Entró al cuartito e intentó levantarla. La alzó un poco pero haciendo mucha fuerza.
Ele: ¿Acaso usted puede?
Louis: No contestes así, ayudame.
Lo ayudé a levantar la bolsa, por detrás, pero justo antes de salir, un viento muy fuerte se levantó, cerrando la puerta bruscamente. Soltamos la bolsa y mi profe se acercó a la puerta para abrirla. Intentó y no pudo, hasta recurrió a mi ayuda, pero tampoco pudimos. Se había trabado y por más de que gritábamos nadie nos oía. Estuvimos luchando contra esa puerta por varios minutos, hasta que caímos rendidos. Yo me senté sobre un par de cajas y Louis apoyado contra la pared. Yo no dejaba de mirarlo, él intentaba mirarme pero al ver que mis ojos estaban puestos sobre los de él, corría la mirada. No pasamos por alto la posibilidad de llamar a alguien que nos socorra, pero los celulares no tenían señal ahí dentro. Me sorprendió verlo pararse de repente, para sacarse la remera que traía. Esos abdominales, ese pecho y esa espalda que estaban en una excelente forma, me hicieron desearlo y me propuse que lo iba a conseguir. Ya comenzaba a hacer mucho calor ahí abajo y yo al verlo me calenté más. Me dije a mí misma ‘que sea lo que tenga que ser’ y me quité la remera. Me miró algo sorprendido y con la boca media abierta por unos instantes.
Louis: ¿Qué- qué haces?
Ele: Si vos te podés sacar la remera yo también. Me muero de calor acá.
Desvié la mirada para que me mire, sabía que lo estaba haciendo y sin disimulo.
Ele: Hagamos algo, no sé, me aburro acá y hasta el próximo recreo no nos saca nadie.