Sola y desesperada

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Durante toda la semana fui a casa de José para hablar con él, llamé a su puerta, pero nunca abrió. No sabía que se había hecho, creí que podríamos hablar para saber que hacer. Lo Busqué nuevamente para contarle lo que había pensado esa semana, tuve la esperanza de que me dijera que no lo hiciera, soñé con escuchar esas palabras. Toqué y toqué hasta que por fin escuché pasos; era doña Magali, una de las empleadas de la casa de José. Sus ojos se asombraron al verme ahí parada con mis ojos llenos de lágrimas.

-Qué pasa muchacha, por qué estás tocando así.

- Necesito ver a José- Le dije.

- José ha salido de viaje hace tres días con sus padres.

- ¿Qué? es imposible, tengo algo importante que decirle.

- ¿Cómo te llamas? - Me preguntó.

- Marta

- ¿Eres su amiga? – Me preguntó con mirada misteriosa.

- no, yo soy su novia.

- ¿Novia?, Él solo ha tenido una novia; en estos momentos debe ir camino a verse con ella, por eso ha salido de viaje.

- Es imposible. Yo estoy embarazada, debemos estar juntos para criar a nuestro bebé

- Cariño, ¿cuántos años tienes? – Me miró con lástima.

-Quince- Agaché la mirada.

- Estás muy joven para ser madre. Te doy un concejo, deshazte de él, antes de que arruine tu vida.

Me volteé y escuché como la puerta se cerró detrás de mí; no sabía qué decir, las palabras no salían de mí. Me encontraba desesperada, José tenía a otra persona en su vida, mientras que me había dejado embaraza. La idea de abortar pasó por mi mente después de escuchar nuevamente la petición de la señora. Miré al cielo con cara de decepción y le pregunté a Dios que, si me había puesto alguna prueba, que por favor me ayudara, que no me abandonara igual que todos. Después de quedarme afuera de su casa por horas, sentí una paz en mi interior. En el fondo sabía que no sería la única madre soltera en el mundo y que con esfuerzo y tenacidad todo podía lograr.

Así que me dirigí hacia mi casa para enfrentar la verdad. Estaba nerviosa no sabía que debía hacer o como hablar, las palabras sonaban difícil en mi mente. Observé a todos y pude mirar cómo esperaban ansiosamente la comida, yo en cambio, de tan sólo imaginarla me daban náuseas.

Me desesperé y comencé a tocar la mesa con mis dedos, mi padre me vio irritado:

-Marta, qué son esos comportamientos en la mesa-.

- Perdón papá- murmuré y me cuestioné al instante por pedir disculpas. Debía decirles de una vez por todas.

-Estoy embarazada familia. Lo dije con mi cara exhausta.

Todos gritaron en conjunto. Creí que lo había dicho lo suficientemente bajo como para que no me escucharan todos, pero ese pensamiento se esfumó cuando mi papá se paró, abrió su mano y me golpeó fuertemente en mi mejilla. A mi padre se le dañó la comida y después de pegarme, decidió irse del salón. Mi madre, por el contrario, me abrazó y lloró junto conmigo.

En búsqueda de un nuevo caminoWhere stories live. Discover now