—¿y? ¿conseguiste los documentos? —pregunté con mi entrañable acento cordobés y bianca revisó sus bolsillos. —si boluda, gracias a dios —dijo y se rió, sacó los documentos y me los dió. —¡son nuestros calcos! —puse el dni que me pertenecía junto a mi cara y mi amiga empezó a reír. —bueno, cambiate tonta, es a la una y son las once —dice y me empieza a empujar en dirección a la pieza.
subí las escaleras y al entrar a mi habitación vi mi ropa sobre mi cama, un vestido verde apagado tirando a gris con una abertura en el medio de las tetas, un collar y unos zapatos negros.
me cambié al instante, luego cepillé mi pelo y me fije en un espejo si mi maquillaje se había corrido o algo. al ver que no, bajé al living y vi a bianca, estaba hermosa.
—amiga, estas hermosa —sonrió. —lina, vos lo estás hija de puta —ríe —. hoy partimos discoteca. —olvidate —dije y saqué las bebidas de la heladera, luego las guardé en una bolsa y la dejé en la mesada. —¿hoy hacen previa en lo de matias? —preguntó bianca, siempre que salimos hacemos previa ahí y después nos vamos al boliche o joda, no creo que justo hoy no hagan.
le mandé un mensaje a matias y me dijo que si, pero que vayamos ahora porque ya están todos. le avisé a bian y nos fuimos en uber. luego de diez minutos, llegamos y directamente fuimos para la parte trasera de su casa, dónde estaba la carpa y los sillones.
—¿qué onda familia? —grité y el juntadero de vagos se empezó a reir. —hoy en la pera gente —gritó bianca y extendió la e. siempre somos así, por algo vivimos juntas.
dejé el alcohol en la mesa que estaba en el medio de la carpa y le pedí a santi que nos saque una foto.
—dale santiago no podes tardar tanto culia' —espeté y el vino a donde estabamos nosotras, ya todas en posición para la foto. al sacarla, automáticamente la subí a instagram.
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pau.sierra: d joda en joda jajajaj
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—paulina, ¿por casualidad te sigue ecko? —sugirió bianca, al escucharla me quedé anonadada. —ni ahí tarada, ¿por qué? —pregunté y se empezó a reir —dale decime. —¡te acaba de dar me gusta tontita! —respondió la porteña. —¡¿qué?! —re-pregunté, seguro me estaba tomando el pelo.
me pasó su celular y vi el me gusta, no entendía nada.
