Ojos de angel corazón de demonio.

capítulo 4.

Me despierto en otra habitación cual no es mía y encuentro a mi hermosa Andrea acostada al lado mío sin nada puesto.
Me quedo mirándola por un largo tiempo.
Hazta que no puedo soportar besarla en los labios.
Ella se despierta y me lo corresponde.
- ¿dormiste bien?- pregunto.
- algo adolorida- respondió ella haciendo un puchero y levantándose de la cama directo al baño.
- ¿ Por qué?- pregunto preocupado.
- eres muy agresivo- de una vez que dijo eso ya entendí que decía.
- no, lo soy.
- si no lo fueras no tuvieras esas marcas, pareciera que me quisieras romper en pedazos.
Ella entró a la ducha y yo me quedé esperando que saliera.
- tengo algo pendiente por hacer, nesecito que vengas conmigo- dijo ella con un tono seco.
- ¿Se trata de asesinato?.
- tiene que parecer un suicidio.
- bueno, ok..
Ella salió de la ducha y yo entré a ella.
Cuando salí me encontré a Andrea con unos pantalones negros y un abrigo con capucha negro también y unos convers azules marino.

Yo me puse todo oscuro ya que no se si saldrá sangre salpicada.
Ví como Andrea abría un closet el cual había pura armas.
Ella saco se hay una pistola cual no se su nombre con un silenciador y la entra en su mochila.
- vamos en mi auto.
Sip, Andrea tiene un auto.
Andrea técnicamente es hija de un empresario adinerado cual abusaba de ella cuando pequeña, nunca lo acusó ya que creyó que lo que hacía su padre no era malo.
Al crecer ella aún quiere a su padre, pero vive sola en este apartamento de lujo costeado por su padre, a ella cuando pequeña sus compañeros la golpeaba y de hay viene sus pensamientos homisidas.
Ya después de la aclaración sigo diciendo.
Bajamos al estacionamiento y entramos al auto.
después de un largo viaje llegamos a una fábrica abandonada, entramos a la fábrica y encontré a un chico cual se encontraba amarrado pero intacto.
- así te quería encontrar Luke Harrison, tan vulnerable.
La voz de Andrea era de odió.
- maldita, suéltame o sufrirás.
Ella se acerca a el y a su oído.
- el único que sufrirá aquí eres tú, querido- susurró en su oído.
Saca su pistola y....