Quetzalcóatl termino explicando la situación a los demás dioses que como él se negaban a llevar a sus flores con Toci. Pero al final terminaron cediendo. Llegaron a la pirámide del sol, encontrando dioses heridos y el suelo que antes era de color blanco y gris estaba manchado de sangre. Toci los esperaba sentada en la silla principal que antes le pertenecía a Quetzalcóatl pero que había cedido a la diosa madre.

Al llegar frente a ella, se levantó sin decir nada y camino hacia la sala contigua. En la habitación se encontraban cinco mesas ceremoniales, al redor de un enorme calendario mexica. Los dioses se miraron entre sí, esas mesas conductores de energía y eran ocupadas para sacrificios humanos, donde normalmente los sacerdotes les sacaban el corazón y lo ofrecían al cielo.

-Dijiste que no los matarían. Juzgo Mictlantecuhtli, tomando a Adáni del brazo para apartarla de la mirada de Toci.

-Muchos de nuestros dioses murieron, como saben la esencia de un dios no se destruye, el cuerpo muere pero la energía se queda. Explico Toci mientras Coatlicue entraba con una canasta llena de frascos con líquidos plateados. –Les pondré la esencia de dioses caídos en batalla, se convertirán en dioses, se volverán eternos y estarán junto a ellos solo pido a cambio la esencia de la flor que llevan en su interior.

Pidió Toci casi suplicando a las flores.

-¿Eso no nos cambiara? Esta hablando de nuestra esencia, ¿seremos nosotros mismos si nos pone otra alma?

Pregunto Saúl, a un lado de Tezcatlipoca.

-Yo solo pido la esencia de la flor, no la del humano que habita, la flor solo está junto a su alma esta no afecta sus capacidades o sus virtudes, mucho menos su manera de pensar o elige de quien enamorarse.

-Yo lo hare. Dijo Vidal adelantándose hasta Toci. –Espera afuera. Le pidió a Quetzalcóatl. Cuando Toci le señalo una mesa ceremonial.

Las demás flores imitaron a Vidal, a pesar de que los dioses no querían dejarlos tuvieron que hacerlo, los sirvientes de Toci aparecieron empujándolos hasta sacarlos de la habitación y cerraron la puerta en su cara.

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