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Es final de semestre y con tus estudios, no has tenido tiempo para comer bien, menos para ver a Jaebeom. Son días estresantes. Incluso esta noche, sentada en un acogedor y tranquilo restaurante en el centro de Seúl, no dejas de pensar en el ensayo que debes entregar en una semana. Ya lo tienes armado en tu cabeza. La introducción, el desarrollo y el final están absolutamente planeados, además de las fuentes que utilizarás para respaldar tus argumentos. Solo tienes que sentarte a escribirlo.

Suspiras con pesar porque con cada segundo que pasa se te olvidan las palabras. El restaurante en el que esperas está ubicado en un bonito callejón del centro, aislado de las bulliciosas tiendas, pero su quietud no te reconforta, más bien te impacienta. ¿Por qué Jaebeom no ha llegado? Miras tu teléfono, ningún mensaje de él. Ya llevas probablemente media hora aquí. Quizá tu novio ha tenido una agenda apretada hoy, piensas. Buscas en tu bolso tu libreta y un lápiz y comienzas a anotar las ideas para tu ensayo. ¿Qué era eso que ibas a poner en la introducción?

"¿Va a pedir su orden ya?". El mesero se acerca a ti, ya que no has consumido ni siquiera un café en todo el rato que llevas en el restaurante, deduces.

"En cuanto llegue la persona a la que espero", le dices de golpe y sin levantar la mirada, luchando con tu mente para no perder el hilo de la idea que estás escribiendo. Tu mano está tensa por escribir tan rápido, pero ignoras el leve dolor.

"Siento la tardanza. Buenas noches". La voz de Jaebeom al saludar al mesero es casi un susurro. Le echas una mirada. Se quita la chaqueta y se sienta frente a ti. Sus ojos se ven cansados. No está usando ni una pizca de maquillaje y a juzgar por el gorro de lana que lleva puesto, ni siquiera se molestó en peinarse. Nada de esto es inusual, considerando su habitual y apretada agenda.

"Aquí tiene el menú. Volveré en cuanto estén listos para tomar su pedido". Asientes y esbozas una sonrisa cordial al mesero al notar que no hay reacción por parte de Jaebeom. Seguro en este momento son los dos peores clientes del mundo, piensas.

"Tengo tanta hambre que ya me duele la cabeza", dices hojeando el menú de forma desesperada e intentando procesar lo que estás leyendo. ¿Japchae? ¿Sundubu jjigae? ¿Por qué todas las opciones te parecen difíciles? Repentinamente recuerdas una idea para tu ensayo y la anotas en tu libreta al lado tuyo. "No te he dicho hola, ¿verdad? ¿Tuviste una agenda apretada hoy?".

"No...". Nuevamente, Jaebeom responde con un susurro. Su tono capta su atención esta vez. Flojamente lee el menú, pasando las hojas de forma torpe con la mano izquierda. Su mano derecha descansa sobre la mesa, escondida hacia su cuerpo y cubierta por la sudadera gigante que usa.

"¿Qué pasa?", preguntas con curiosidad, intentando distinguir si carga algo en la mano o si tu imaginación está siendo gravemente afectada por el hambre y ansiedad de fin de semestre.

Jaebeom suspira.

"Mis gatos no dejaron de pelear en todo el día", dice en voz baja. Se recoge la manga de la sudadera y tímidamente deja a la vista una venda ensangrentada que le recorre parte de la mano y muñeca.

Te quedas sin palabras. Sumados a sus tres gatos, Jaebeom recientemente adoptó otros dos felinos de la calle. Sabes que el proceso de adaptación de sus nuevas mascotas con las antiguas ha sido difícil, ya que periódicamente te cuenta los escasos avances. Se ha vuelto usual que tenga que detener las peleas y separarlos con sus propias manos para evitar que se hagan daño. Evidentemente se le olvida que le pueden hacer daño a él. La venda parece esconder una herida grande que Jaebeom no ha tenido oportunidad de tratar correctamente. Lo ves así e instantáneamente te enojas. Tu novio es muy consciente de sí y siempre vela por su seguridad, pero cuando se trata de sus gatos, parece volverse sencillamente irracional y olvidarse de sí mismo.

"Cinco gatos es definitivamente mucho". Dejas el menú, tu libreta y lápiz a un lado y tomas su brazo con delicadeza para analizar en profundidad la gravedad del corte. "¿Fuiste al hospital siquiera?"

"Cinco gatos está bien, solo tengo que hacer que no se peleen". Jaebeom se acomoda en la silla y habla con determinación. Antes de que puedas comenzar a remover la venda, vuelve su mano a su cuerpo.

Recuerdas hace unos meses cuando se encariñó con un gato callejero en las cercanías de su estudio. Lo alimentó por varias semanas y cuando por fin Jaebeom se le acercó para tomarlo en sus brazos, el gato lo rasguñó violentamente, dejándole varias heridas en el antebrazo. Después de eso, el gato no volvió a aparecer.

"No está bien si te hacen daño". Lo miras a los ojos. "Y lo sabes. Esta no es la primera vez que eres así de irresponsable contigo por un gato cualquiera". Tu tono suena demasiado severo y al minuto te arrepientes de tus palabras. "Quiero decir..."

"¿Gato cualquiera?"

"No. Quise decir que..."

Jaebeom se pone de pie y toma su chaqueta. No espera a que respondas, sale del restaurante a la calle sin decir más palabra.

Cinco gatos | GOT7 JB | fluffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora