Todos jugaban y realizaban las actividades con un gran entusiasmo, risas, felicidad, amistad y armonía era lo que expresaban. Pero, en un rincón había un chico dandoles la espalda donde lo único que expresaba era soledad y molestia.
Bueno, no es que realmente estuviera molesto, pero realmente, no quería estar con ellos, no quería tratar de ser amigo de aquellas personas que para él, aún siguen siendo personas desconocidas.
Tamaki Amajiki siempre fué asi, y probablemente nunca va a cambiar. Siempre va a estar en aquel rincón tan oscuro.
¿O tal vez no?
Como si un milagro hubiera sucedido para el, o mas bien, como si satán le estuviera escuchando. Derrepente comenzo a aparecer una pequeña luz.
Esa luz fue haciéndose mas y mas grande, era tan confuso.
Cuando menos se dió cuenta, Togata Mirio había aparecido frente a el, con aquella característica sonrisa.
Su rincón se había llenado de luz.