Prólogo

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"Hemos vivido por siglos, nuestras mentes han envejecido y madurado, pero nuestros cuerpos aparentan apenas unas cuantas décadas de vida"

La lluvia caía en el pueblo, el vecindario se encontraba casi desierto de no ser por el pequeño Cedric Hunter, quien jugaba alegremente entre los charcos enlodados que el agua se encontraba formando. Claro está, que es raro ver a un niño a sus cortos 5 años, jugando en soledad ante aquella ominosa tormenta, sin embargo ni había quien se hiciera cargo de él; no porque fuera huérfano, más bien porque sus padres no querían hacerse cargo de un mal hijo.

Stephany Hunter, su madre, estaba agobiada por los berrinches que aquel pequeño causaba, no obedecía las ordenes de ella ni de su marido, tampoco era capaz de mantenerse quieto en un solo lugar, además, el pequeño niño poseía una actitud violenta descomunal. Esto se vio reflejado cuando lo expulsaron de la primaria del condado, en donde le saco un ojo a uno de sus compañeros de clase, argumentando que "estaba aburrido".

Aquel pequeño no merecía una buena madre, porque una buena madre, merece un buen hijo. Así que los rezos de Stephany no eran enfocados al bienestar de su hijo, eran enfocados al bienestar de su marido, sus padres, y obviamente en el de ella misma.

El abandonar de tal manera al pequeño le causaba un ápice de esperanza para no verlo nunca más, pero como el perro noble y descerebrado que era, siempre volvía.

Stephany no perdía la esperanza de que su hijo no volviera a casa, de hecho tenía muchísima fe en las historias que se contaban sobre los niños malcriados. Aunque eran historias para espantar a los pequeños, para mantenerlos a raya; ella deseaba desde lo más profundo de su alma que aquel niño fuera consumido por la leyenda, y que ni ella, ni nadie recordaran su paupérrima y desagradable existencia. Estaba bastante claro que ella no merecía eso, nunca fue una mala mujer, siempre acató las ordenes de sus padres cuando niña y era una esposa atenta y servicial. ¿Por qué Dios decidió castigarla con un engendro como aquel? ¿Por qué su vientre era un abismo pútrido donde solo las alimañas como Cedric se podrían encubar? ¿Qué clase de magia pagana la había hechizado para dar a luz a ese adefesio humano?

Nunca lo sabría, no porque no estuviera a su alcance la respuesta, sino porque un Dios misericordioso y realmente complaciente, escucho sus rezos y cumplió los pecaminosos deseos de aquella mujer.

Cuando la tormenta se encontraba en su auge, cuando los rayos y truenos componían una estruendosa sinfonía, y la lluvia danzaba furiosamente al compás de los ominosos vientos, el pequeño Cedric Hunter, desapareció de aquel pueblo en donde antaño, se había condenado a inocentes a la hoguera por supuesta brujería.

Cedric Hunter nunca existió, Stephany Hunter fue encontrada muerta a los 26 años, asesinada por su marido, por no poderle dar ni un solo hijo.

Era una tarde tormentosa, donde en Gastlim, un pueblillo a las afueras de Salem, sufrió una pérdida que nunca se registró en la memoria de nadie, bueno, solo en la de este humilde narrador, quien sin más que decir, se pone a tus órdenes estimado lector.

Ignotus Salem

1815.


AquelarreWhere stories live. Discover now