Parte uno: El gato ciego

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Dicen que la adolescencia es la etapa más difícil por la cual todo mundo tiene que pasar; Donde los cambios físicos y mentales llegan a uno de manera abrupta y que de cierta manera logra desequilibrar a la persona en cuestión entre sus problemas emocionales y sociales, en conjunto con el repentino cambio que ocurre en el cuerpo.

En algunas ocasiones, los adolescentes no soportan a las personas de su alrededor, e incluso no se soportan a sí mismos.

Para su fortuna, esto último no era su caso; Para su desgracia, la adolescencia se habia vuelto más complicada de lo que habia esperado.

El divorcio era considerado algo tabú durante esta etapa para la mayoría de los especialistas, pero sus padres aseguraban que era lo mejor para todos, e incluso para ella.

Las discusiones se habían vuelto habituales entre ellos, aunque ahora que lo recordaba, siempre ambos discutían sobre cierto tema en específico, pero ahora parecían llegar a su límite.

No eran peleas como tal, pues ella adivinaba que intentaban no armar tanto alboroto para no dañarla, además de que no se querían lastimar mutuamente.

Ella solo se limitaba a escuchar desde el otro lado del pasillo, pegando su oreja a la puerta para poder escuchar un poco más.

Siempre estaba de por medio el "¿Dónde rayos estuviste anoche, Marinette?" o el "¡Sé que no pasaste la noche en casa, Adrien!".

Quizás habia sido una mala idea que el divorcio entre ellos hubiera ocurrido en una época difícil para su hija, pero ellos pensaban que si la situación seguía así, las cosas podían salir de manera perjudicial para ella.

Ambos tenían sus secretos que no estaban dispuestos a compartir, dudas que no pensaban revelar.

Y claro, a la larga ellos encontraron consuelo con un amor que, durante su adolescencia, habia estado presente, pero las cosas no se habían dado por sus deberes.

Para Emma aquello era difícil, pues el ir cambiando de casa constantemente durante las semanas, pasar tiempo por separado con sus padres era algo difícil. Aunque claro, no insufrible, pues el trato cordial entre ellos aún existía.

Pero le frustraba de sobremanera como se miraban, pues aún podía notar rastros de amor. Pero no entendía como era que ellos se negaban a ello. Le molestaba que se comportaran como desconocidos en ocasiones, le molestaba que negaran que existía algo.

Le molestaba la desconfianza que ambos habían generado con cosas estúpidas que no entendía, y que estaba segura que ni ellos lo hacían.

Por lo tanto, le molestaban sus propios padres. Algo usual en la etapa por la que pasaba, claro, pero llevado a otro nivel.

Las cosas hubieran seguido por su propio rumbo, ella creciendo e intentando lidiar con tener que vivir en dos hogares a la vez, intentando dividir su vida entre sus padres y su escuela o vida social.

No se hubiera preocupado por nada más, no hubiera indagado en el porqué de una separación que habia ocurrido hacía ya unos años. Simplemente viviría la adolescencia.

Pero, regresando a palabras dichas un poco más arriba, sobre la desgracia de Emma y de cómo su adolescencia se habia complicado un poco más por ese maldito divorcio.

Lo entendió todo cuando vio a una figura felina entrar por la ventana de la sala de estar.

Ella se habia quedado dormida mientras veía una película en la televisión, o eso era lo que él pensó al entrar.

De adolescentes y divorcios [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora