Los policías buscaban rastros y pistas de las gemelas. Lo último que se supo fue que salieron juntas de compras en la mañana pasada, tomaron un café a las doce del día y se les vio afuera del centro comercial.
La carta junto con los dedos exigía un monto exagerado de dinero a ser dejado en un contenedor de basura a las afueras de la ciudad. También decía que, si llamaban a la policía, matarían a las gemelas. Clara optó por dar el dinero y que los agentes hicieran su trabajo cuando las gemelas estuvieran de regreso.
Los investigadores de la procuraduría se enfocaron en buscar el paradero de Burgos, ya que fue el principal sospechoso.
Clara sacó todo el dinero que tenía del banco. Ni así le alcanzaba. Hipotecó la mansión y puso en venta varias propiedades. Estábamos consumidos en una tristeza indescriptible y no teníamos tranquilidad alguna.
Los policías y agentes me interrogaron, hablé del amorío que tuvo Diana con el profesor. Clara, aparte de estar triste, se molestó conmigo por no decirle lo que hacía Diana. Investigaron al profesor, pero él estaba de vacaciones en una playa con su amada esposa.
Los días se volvieron tormentosos. No podía descansar, pensaba en lo peor, en jamás volver a ver con vida a las gemelas. Pesadillas creadas por mi mente preocupada me alentaban con la idea. Seguido soñaba con Diana y Dana. Se encontraban amordazadas en un espacio oscuro, extrañamente solo ellas poseían una luz propia, sus cuerpos resplandecían. Cuando intentaba acercarme para liberarlas, la luz que emitían se ensombrecía y ante mis ojos quedaban dos cuerpos grises e inmóviles, cubiertos por moscas ruidosas.
Entonces... encontraron a Burgos. Él no estaba fuera del país, vivía solo en un departamento ubicado en un ostentoso edificio de la ciudad. Cuando fue interrogado y cuestionado por el motivo de haber abandonado a su familia, él explicó que fue debido a que se enteró que su esposa le era infiel con el chófer. Todo comenzó a tener sentido para mí.
Burgos entró a la mansión y lo primero que hizo fue disculparse con Clara. Él ya no era el mismo, se le veía bastante acabado. Ya no era el doctor bonachón que conocía, solo quedaba un hombre consumido en su tristeza, flaco, pálido y calvo, pero aún mantenía su barba.
—Samuel, ya eres todo un hombre —dijo Burgos cuando me miró—. Me recuerdas demasiado a tu madre —reveló en un tono triste.
—¿Por qué desapareciste por tanto tiempo? —le reclamé triste.
—Explicaré todo en su momento. Me arrepiento de haber tomado esa salida tan cobarde. Lo que importa ahora es recuperar a mis niñas —habló afligido.
—¿Tus niñas? —inquirió enojada y llorosa Clara—. No sabes nada de ellas, ni de mí. Nos abandonaste... siempre ocupado por el trabajo, siempre —dijo conteniendo las lágrimas—. No te importaba mi depresión o que me refugiara en la bebida. ¿Me dejaste por tener un amante? Lo tuve, sí, y perdí el bebé que era de él. Pero ¿acaso tú no me engañaste en ningún momento? ¿Por qué crees que me entregué a la bebida? No podía soportar la verdad de tus infidelidades, no era el trabajo lo que te mantenía ocupado, ¡era otra mujer! —gritó Clara y después se echó a llorar.
—Clara, yo... Por favor, cálmate, solucionemos este problema después. Estoy aquí, no me iré, perdonémonos mutuamente, pensemos en las niñas. Debemos estar unidos, debemos recuperarlas con vida.
Burgos se acercó a Clara y la abrazó con fuerza. Ella se derrumbó en los brazos de Burgos y lloró de manera desgarradora.
La noche estaba puesta, los encargados de llevar el caso se quedaron en la mansión con Clara por si llamaba el secuestrador o hacían entrega de algún otro terrible paquete.
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Cómo los gatos hacen antes de morir |Disponible en papel|
RandomCómo los gatos hacen antes de morir: El día a día de Samuel «Y como los gatos hacen antes de morir, me alejé de las personas que estimaba» La madre de Samuel murió y él se ha tenido que mudar. Todo lo que conocía desapareció. Ahora Sam deberá lidiar...