Steve Mcgarret conducía por las soleadas calles de Oahu, eran apenas las 12 del mediodía pero la ciudad lucia llena de actividad y turistas. Se encontraba de excelente animo, habia tomado la ruta escénica, para acercarse a los suburbios en donde se encontraba la casa Williams.
El día anterior, habia escuchado a Danny hablar con sus hijos, quienes pasarían el fin de semana con el. El rubio había colocado el teléfono en altavoz, para que pudieran saludar al tío Steve y de paso, Grace pudiera preguntarle sobre un proyecto para su clase de química. Cuando Danny les cuestiono sobre que deseaban comer ese sábado, ambos chicos contestaron al unísono: arroz frito.
Era un platillo delicioso, Danny lo preparaba con dedicación y cariño, era su versión casera del "surf and turf". Arroz blanco, cocinado lentamente al vapor, trozo de carne de pollo con pimienta y limón, pequeños trozos de carne de puerco, deliciosamente confitadas , abundantes camarones a la mantequilla, con hojuelas de picante y un puñado de verduras salteadas. Un gran plato de aromático y cálido arroz, que el marino acompaña con salsa de soya y wassabi, era uno de sus manjares favoritos. Por eso, cuando escuchó que el rubio lo cocinaría el fin de semana, Steve no dudo en auto invitarse a casa de los Williams.
El castaño habia comprado una caja de Longboards y una de botellas de sidra sin alcohol para los niños, además de dos docenas de paletas de hielo y el pastel de chocolate preferido de Grace. Danny le habia enseñado que cuando eres invitado a algún lugar, no es correcto llegar con las manos vacías, pero sobre todo, el marino disfrutaba de proveerles a su familia las cosas que tanto disfrutaban.
Apenas estaciono la Silverado frente a la casa que consideraba también su hogar, pudo escuchar las risas de Charlie y Grace acompañadas de notas musicales. Steve asumió que los chicos estaban en medio de una de sus "competencias " de baile. Balanceando la caja del preciado pastel en una mano, llamo con la otra a la puerta, anunciado su presencia, antes de abrir despacio y ser asaltado por un pequeño torbellino rubio.
-Stevie!!- grito el chiquillo a todo pulmón, corriendo hacia el y trepando prácticamente por su pierna. El castaño cargo al pequeño, mientras Grace tomaba el pastel y recibía un abrazo del marino. -Hola tío Steve!- dijo la chica dándole un beso en la mejilla.
-Me preguntaba a que hora te aparecerías por aquí?- Danny pregunto, saliendo de la cocina, limpiado sus manos en su colorido mandil en el que podía leerse :"Danno el mejor cocinero ". Con decenas de piñas bailarinas alrededor, era un regalo que Steve y los chicos le habían hecho hacia un par de semanas.
-De que estas hablando? Yo solo iba pasando por el vecindario y decidí llegar a saludar- sonrío socarronamente el castaño.
- Si, claro! Y en el camino encontraste una pastelería verdad?- dijo el rubio, señalando el pastel que la niña recién colocaba sobre la mesa.
Steve sonrió. – Y también encontré otras cosas. Me ayudan?- pregunto a los niños que salieron entusiasmados tras su persona favorita.
Un par de minutos después, la mesa de Danny rebosaba de bocadillos y golosinas, crudites de zanahoria, apio, humus de garbanzo, nueces, pasitas, goji y arándanos dulces; sólo Steve podía convertir una mesa de bocadillos en una exhibición de nutricionista.
-Que hiciste Sportacus? Asaltaste la sección de verduras? – cuestiono el detective ,viendo lo expuesto en su mesa.
- Es solo para tomar un bocadillo antes de comer!- respondió el comandante distraído, quitándose los zapatos, ante la invitación de los chicos a unirse en la competencia del videojuego de baile.
Danny sonrió y volvió a la cocina, escuchando las carcajadas y gritos divertidos de su familia, mientras se dedicaba a terminar de cocinar.
Treinta minutos después, un sofocado Steve Mcgarret entraba a la cocina, en urgente necesidad de un vaso con agua y de un respiro, aparentemente los chicos Williams, podían vencer con facilidad al rudo marino en una maratón de baile.

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Paternidad
Short StoryQue fue eso? Es como si se comunicaran subvocalmente, en la misma armonía! Eso, mis queridos muchachos, se llama paternidad!