¿Por qué?

330 48 100
                                    

La luna y las estrellas jamás serían llamadas nuevamente para dar ideas, y la madre tierra borraría poco a poco todos los planes hechos con tanto esmero. Ahora, el futuro, era simple y dolorosa resignación.

Una necesaria para su oscuro ser

***

Cuando aún era hijo único, o tal vez el mayor de dos y tres hermanos, aquello de la inmortalidad era, a sus recien desvelados ojos, como una bendición. Un regalo de los dioses para unos pocos afortunados.

Le maravillaba la idea de tener miles de vidas humanas a su disposición para hacer y deshacer a su antojo. Para aprender aquella infinidad de conocimientos que seguramente se vislumbrarían con el pasar de los milenios.

Cada noche, con ayuda de la luna y con la tierra tomando nota, en su mente planeaba lo que haría al siguiente siglo o milenio, siempre con una apreminate emoción en el pecho que llenaba su corazón de dicha. Siempre con una sonrisa, una tan brillante como el fuego que los unía al rededor de una fogata o como el sol que los calentaba y les daba vida.

No le temía a la muerte, él no. Ninguno debería. Pero...entonces...¿Por qué, de la nada, su madre les cantaba a Gales, Irlanda y a él como si fuera la última vez lo haría? ¿Por qué su padre se empeñaba tanto en que aprendieran a defenderse solos, como si ya no fuera capaz de hacerlo él?

¿Por qué?

¿Por qué demonios un día Celta nunca volvió de su caza? ¿Por qué Britannia, una noche, dejó de desearles dulces sueños?

Al principio no lo entendió.

No sabía donde estaban sus padres, y creyó que era cosa de buscarlos. Seguro se habían perdido. Tal vez se encontraban enfermos.

Tal vez.

Puede.

Espero...

Pero cuando en uno de los verdes campos de la tierra que, sin saber aún, le pertenecía, vio el resplandor de un cabello dorado y el arco que alguna vez le perteneció a quien llamaba padre abandonado, se supo equivocado.

Quiso morir.

Las lágrimas que soltaba mientras caminaba hasta su descubrimiento eran de frustración, entendimiento y un agudo dolor. Su boca estaba seca y su cabeza dolía. Algo parecía estar oprimiendo su pecho, su corazón agonizaba y no podía respirar como debía.

No, no, no...

Pero él sí respiraba. Tenía el mismo cabello, las mismas cejas y probablemente los mismos ojos. El pelirrojo no lo sabía pues él dormía cubierto por la capa que alguna vez llevó con gran honor Madre Britannia. Cayó derrotado frente a la joven nación, ahogando su pecho y ojos en lágrimas. Apagando sus brillantes jades, y eso a lo que llamaban esperanza en su pecho. Lo único que siguió brillando como el apasionado fuego en su persona, fue su cabello. Esto, por capricho de su apariencia.

En ese momento, el significpado de la inmortalidad cambió para él. Ya no era la bendición de sus benevolentes dioses. Oh, claro que no. Se trataba del mas cruel castigo de los demonios del averno. ¿Quien podría disfrutarla cuando su verdadera naturaleza era pura maldad?

¿Cómo se lo diré a Irlanda y Gales?

¿Quién nos cuidará ahora?

¿Quién es ese niño?

A la primera, la respuesta fue clara: sin rodeos. Cuando les vio de nuevo, ni siquiera improvisó, no se fue por las ramas; lo soltó con una frialdad que poco o nada le caracterizaba, mirándoles a los ojos con dureza. Algo que poco a poco empezaría a ser parte de él.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 13, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Why?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora