Y aquí comienza esta sonata negra

1.5K 78 4
                                    

Ranma ½ no me pertenece.

.

.


~Sinalefa

.

.

.=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=.

=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=

.

.

1.- Y aquí comienza esta sonata negra

=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=

.

«¿Qué estás dispuesto a hacer por ella? ¿Qué estás dispuesto a entregar a cambio de su vida?»

Levantó la cabeza y vio que alrededor todo era oscuridad, ya no veía la caída de agua, aunque podía escucharla. Tampoco vio a quien le hablaba, sentía más bien que la voz estaba dentro de su cabeza, retumbando por todo su cuerpo. Apretó más a Akane contra sí y el frío del cuerpo de ella le empezó a calar hasta los huesos. Se le escapaba la vida y no podía hacer nada.

Nada.

«Y si pudieras, ¿qué estarías dispuesto a entregar a cambio?»

De nuevo, instintivamente, abrazó a su prometida para protegerla del enemigo invisible y miró alrededor, tratando de penetrar la oscuridad.

—¿Y si pudieras? —escuchó claramente la voz a su espalda y se le erizó el pelo de la nuca.

—¿Quién es? —preguntó con rabia, con impotencia—. ¡¿Quién eres?!

—¿La amas, muchacho?

Ahora escuchó la voz al frente, pero no podía haber nadie ahí, solo estaba el abismo. Se estaba volviendo loco. Empezó a temblar sin control.

—¿La amas, muchacho? —susurró la voz a su izquierda poniendo alerta sus sentidos—. Si quieres hacer algo por ella deberías responderme rápido —continuó con ensayada lentitud—, esa chica ya está muerta.

Muerta.

Akane.

La negrura se cerró más sobre él.

Akane.

¡Akane!

—¡No! ¡No, Akane! ¡AKANE! —las lágrimas fueron un torrente tibio que cayó sobre ella. El cuerpo inerte, sin vida.

—¿Qué estás dispuesto a entregar a cambio de su vida? —insistió la voz—. Lo que más te importa a cambio de lo que más amas.

—¡Lo que sea! —respondió Ranma en un grito de dolor.

—Será tu esencia a cambio de ella. Serás tú por ella.

—¡Sí! ¡Ella tiene que vivir!

—Entonces, es un trato, muchacho. No lo olvides.

Y Ranma se quedó paralizado. El tiempo se detuvo, todo estaba quieto, enlentecido, podía sentir los segundos pasar contados por la caída del agua, que ahora era como una gotera que se precipitaba hacia el fondo de rocas. Fue un minuto, su corazón no latió por todo un minuto pero seguía vivo, y en las manos podía seguir sintiendo el frío del cuerpo de Akane.

Era una farsa, no iba a pasar nada, no iba a ocurrir un milagro. Ella seguía... muerta.

Cerró los ojos con cansancio y nuevas lágrimas le mojaron el rostro. Entonces comenzó a escuchar un zumbido en los oídos que fue creciendo en intensidad hasta ser insoportable. Ranma se curvó sobre el cuerpo de su prometida, creyó que él también moriría y que quizá así estaba bien, que esa era la salvación: no tener que quedarse en un mundo donde ella no estuviera.

SinalefaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora