Hoy no es un día nublado, ni mucho menos triste, nadie parece deprimido o desanimado, estas personas al menos parecen alegres y animadas. Es un día perfecto, para la bienvenida de Jack Smith. Aunque para mí es algo violento volver a verle en una bienvenida, cuando nunca me despedí de él, de esto casi ya seis largos, pero a la vez cortos años.
La casa de los Smith es famosa por las fiestas que montan, las decoraciones son siempre geniales, ésta no es para menos, en el jardín hay una maqueta de un avión de un metro y medio de alto, con los países de Reino Unido a un lado y Estados Unidos a otro. La cabeza del avión mira hacia Estados Unidos, California destaca entre el resto, y por ello la decoración de este lado se inspira en él, palmeras y el puente de San Francisco, mientras que, en el otro lado, está decorada de cosas tribales del país.
Nuestro anfitrión Jack, sigue sin venir, aunque no parece problema para los invitados, ya que se divierten más que hace una hora.
La limusina se oye cuando está más cerca de la casa, los invitados se esconden, yo me dirijo dentro, y veo como el portón se abre, dejando ver la limusina negra que comparte nuestra familia. Aparca, el chofer y buen amigo León, abre la puerta y para nuestra sorpresa, no es Jack quién aparece, aunque para sorpresa la que se llevó ella, cuarenta personas saltaron de su escondite dando la bienvenida.
Jack sale anonadado detrás de ella, llevaba escuchando a su padre Louis toda la mañana quejándose de que su hijo no quería ir a cenar con la familia. Me pareció extraño el hecho de que Jack no quisiese, ya que una cena con su familia es una cena para estar con su hermano Luca después de tanto tiempo. En Las fotos que están en el pasillo de arriba se puede apreciar lo mayor que se ha vuelto Luca, cumplió 11 años hace tres meses. Yo llevo sin verle desde que él tenía seis años.
Louis se acerca a su hijo, le dice algo al oído dándole un abrazo, Jack mira a la chica rubia, teñida de rojo las puntas, la mira más concretamente las manos, ella nota la mirada de todo el mundo, coloca una mano sobre la otra, mostrando el anillo de compromiso que lleva en ella.
¿Jack se ha comprometido con la peli teñida de rojo? Si solo tiene 22 años.
Me dirijo al jardín trasero, donde están todos, la mirada de Jack se cruza con la mía, ya que mi entrada es de todo menos discreta, lo siento por el camarero que tiene que recoger las copas que se han caído cuando nos hemos chocado.
Voy con mis padres, la música ha vuelto y la gente un poco alegre baila al son de la música, mi madre es una de estas personas, y mi padre, sobrio, ya que le toca conducir, procura que no se caiga por los tacones infernales que lleva hoy.
—Papá me voy con Bea, va a celebrar su primer diez en física— después de decírselo, salgo antes de ahí antes de que me diga nada.
La casa de Bea no está muy lejos que la de los Smith, es más, está al lado. Toco el timbre, sale a recibirme mi buena amiga. La fiesta no comienza hasta las diez, y recién son las siete de la tarde.
Al llegar a la habitación, cojo ropa prestada de su armario, un crop top amarillo, una falda negra conjunto con los tacones. Me ducho, las copas que se cayeron dejaron pegajosos mis pies. Salgo del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo.
—Del uno al diez, cuánto más bueno está Jack— giro los ojos a mi amiga, cuando éramos pequeñas siempre hablábamos de Jack, ya que era el único chico de nuestro circulo que nos hacía caso. Todo se fue a la mierda cuando me alejé de él y de su familia—. Yo le doy un mil y subiendo, le he visto en su jardín hablando con la rubia esa, mientras que estabas en el baño, la teñida le quita veinte puntos— miro a mi amiga fijamente—. No me mires así, seguramente no te tenga rencor, hace ya cinco años de eso.
—B, Jack se va a casar.
—¿Lo ha dicho? — niego— Pues alégrate, aún puedo ser la señora de Smith. ¡Que le den a Fredi! — me mira con los ojos llorosos— Lo hemos vuelto a dejar.
Las diez no tardan en caer, los invitados empiezan a llegar, y con ellos, Paul, el chico con el que tengo algo más que una bonita amistad. Me saluda con un beso en la mejilla y un ligero mordisco en la oreja. Me aparto de él, para ir con Sally, la nueva chica de intercambio, es mi nuevo proyecto a la caridad.
La fiesta transcurre su curso normal. Sentada en las piernas de Paul me doy cuenta de que nunca he probado un porro, los demás fuman diariamente uno, y yo nunca siquiera he tocado uno. Se lo quito a Paul de los labios, y le doy una calada, hace mucho que no me fumo nada, y por ello, toso, pero bebo de mi cubata. Me acabo el porro que llevo de la mano, todo el círculo que se ha ido formando alrededor nuestro, me parece mucho más divertido.
Me acerco a la oreja de Paul a pedirle otro. No me da tiempo ya que unos gritos más fuertes que la música eclipsa el salón. Mi madre, ¿qué coño hace aquí?
—Samantha Herron, levántate y mueve tu culo hasta el coche— me quedo quieta en las piernas de Paul, él tampoco hace nada—. Samantha, nos vamos— se acerca y me levanta de un brazo, cuando estoy de pie, me coge del cuello y del brazo guiándome hasta el coche. Me doy cuenta de que tengo que dar las gracias a Gastón y Julen, ¡GILIPOLLAS! ¿Quién fuma ahí?
Las miradas que me da mi madre a través del espejo retrovisor podrían matarme, igual que la luna si se cayese con su punta sobre mi pecho.
El camino a casa se me hace eterno, los quince minutos más largos de mi vida. Salgo del coche dando tumbos, ¿por qué no llevo zapatos? Subo los escalones con las rodillas, mis padres se han ido a la cocina, menos mal, no quiero que nadie me vea así. Al llegar a mi habitación, me quito la ropa tras cerrar la puerta, me tumbo en mi cama, las persianas están abiertas, y se cuela la luz de fuera, puedo ver el atrapasueños que cuelga del techo.
Siento como los rayos del sol chocan con mi cara, así que me hundo sobre la almohada y me cubro con el edredón. Mi pereza de lunes es aún más grande que otros días, y después de un domingo de resaca y alimentarme con comida chatarra que tenía guardada en mi mesita de noche, hoy no me apetece levantarme de la cama. Quince minutos más tarde ya estoy cambiada y bajando las escaleras, mis padres ya están en la mesa de la cocina desayunando, es la primera vez que los veos después de que me encontrasen en casa de Bea.
Al poner un pie en el suelo, los ojos de mis padres vienen directamente a mí, me pongo rígida y voy hasta la cafetera con los ojos en el suelo.
—He llamado a Bea, no va a venir a recogerte. Así que, desayuna rápido, te va ha llevar tu padre—si este va a ser mi castigo, el que me lleven mis padres, bienvenido castigo. Además, prefiero el hecho de que me lleve mi padre, que mi madre, ya que es posible que salga muerta del coche.
Cuando montamos el coche, mi padre no enciende la radio como de costumbre, sale de la urbanización sin decir nada, yo tampoco hago el esfuerzo de decir nada.
—Cuando salgas del instituto mamá te va a ir a recogerte, espérala fuera— su voz es más firme y más tosca que de costumbre, ahora me siento peor que ayer.
—Lo siento—miro a mi padre, él está enfocado en la carretera, mis disculpas son sinceras.
—Ahórrate el mentir Samantha, nos hemos casado de tus mentiras.
Es verdad que más de una vez no haya sido del todo sincera con mis padres, pero en esta ocasión mi arrepentimiento es notorio. Me hierve la sangre de ira.
—Pues no te voy a mentir más, te voy a decir la verdad, no siento nada de lo que he hecho, me quise fumar un porro y me lo fumé. ¿Y qué pasa? —miro al espejo retrovisor para mirarle a los ojos— Tú también lo hacías. Si no fuera por mamá, tú estarías trabajando en una granja en Francia— el coche se frena de golpe, haciendo que choque mi cuerpo contra la puerta.
—Sal del coche Samantha— salgo del coche cogiendo la mochila y dando un portazo, él acelera y dejo de ver el BMW negro. Si corro un poco llego a tiempo a mi primera clase. Que bien empiezo este lunes.
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MUNDOS DISTINTOS││ En Mi Mundo
Novela JuvenilSamantha Herron aún no ha saboreado la vida real, y aunque ella se crea dueña del mundo, pronto deberá darse cuenta que no solo existe uno.