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Hola, soy Daniel, y me shippean con mi mejor amigo, Luis, un baboso que quiero demasiado con cabellos negros, piel blanca, y... flojo, con calificaciones... bajas.
“Luniel”, agh, a cada momento escuchando eso por mis enfermas compañeras, y pss mis “amigos” nos dicen jotos. Normal ¿No?

—Hola meco. —me dijo Luis dandome un sape en la cabeza.

—Agh, ¿qué verga quieres? —dije sin mirarlo a ver continuando con mi camino.

Síp, somos de México.

—Hay perdón don mamón. —se hizo para atrás.

—Agh. ¿Hiciste la tarea?

—Sí. Awanta, ¡¿qué tarea?! —se puso las manos en la cabeza.

—La de química, español, matemáticas e historia.

—¿Qué era lo de química?

—Era un cartel.

—¡Verga wey! Nell, no la hice.

Todos mis compañeros ya estaban en el salón.

—Oye, nos van a poner retardo por tu culpa.

—¡¿Retardo?! ¡¿Ya timbraron?! —abrí los ojos como los tiene un sapo.

—¡Vamonos a la verga wey! —me jaló del brazo llevandome a la bodega del conserje.

—¡¿Qué carajos hacemos aquí?!

—Te voy a besar.

—¡¿Qué?! ¡¿Estás pendejo?!

—Claro que no idiota. Al segundo módulo vamos, si no nos pondrán retardo.

—Pero tendremos falta imbécil.

—Yo tengo un tío... —lo interrumpí con las siguientes palabras.

—¿Qué te viola? Ya lo sé. —dije entre risas.

—Eres un pendejo. —reía conmigo.

—Ya callate nos escucharán. —dije con una sonrisa.

—Hay wey, en serio te quiero, soy muy mala influencia para ti.  —bajó la cabeza.

—No no, se que eres muy pendejo en la escuela, pero así de pendejo te quiero. Y ya no sigamos así porque parecemos jotos.

—Jaja, sí...

—Oye, creo que alguien viene hacia acá. —mirabamos asustados la puerta.

—Agh, listo ya nos descubrieron. —se recostó en la pared cruzando los brazos.

*

—¡¿Qué?! ¡¿Qué hacen dos niños solos aquí?! ¡Vengan! ¡Les llevaré a la dirección! —dijo el conserje. Es un viejillo, que más da.

—Mierda. —dije preocupado.

Ya en casa.

—¡¿Cómo qué no entraste a una clase?! —dijo mi gefa molesta. Mi mamá pues.

—Hay por favor con la chancla no.

—Oh sí. —alzó una ceja.

—¡Ahhhh! —me fui corriendo hacia mi cuarto, como si un tsunami se acercara a mí.

—Abre la puerta. O la tiraré.

—No, me pegarás.

—Te prometo que no lo haré, solo abre la puerta y me voy.

Les digo, NUNCA confíen en esas palabras.

En la noche.

—Me duele la cabeza. —dije sentandome en la silla de la cocina.

—No es mi culpa pegar tan fuerte. —dijo mi mamá mientras cocinaba unos deliciosos huevos.

—Iré a terminar la poca tarea que tengo. —me fui a mi cuarto.

—Mmm, está bien.

En mi cuarto.

—Agh, es muy poca tarea... La haré en el salón. —me acosté en la cama— No no, tengo que hacerla. —me paré y me senté en el escritorio, y noté que mi celular estaba sonando— Me doy un sape si es Luis. —lo ví, y sí, era él—Hay no mames. —contesté.

En la llamada.

—Oye wey, es algo importante. —dijo como si estuviera asustado.
—¿Qué pasa? ¿Todo bien? Dime. —dije preocupado.
—Busqué en mi cuarto y nada.
—¡¿Qué cosa?!
—Tu dignidad. JAJAJA.
—Pendejo. ¡¿Para eso era?!
—No no, oye, awanta. Mierda.
—¿Qué te pasó? —dije con un tono amargado.
—Se me paró.
—¡¿Qué pedo?!
—Se me paró wey.
—Agh, ¿sabes qué?, tengo cosas importantes que hacer. Chao.

Colgé.

—Jaja, pendejo.

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¡Wuuu! Nueva historia. :3
Ojalá les guste. ^^

Agh, ¡¿Esto es en serio?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora