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—Así que vas a reprobar. —dije mientras hacia la tarea.

—Sí, por eso necesito que vengas ayudarme, enseñame, te pago por darme acesorias. —dijo mientras miraba lo que hacia.

—No no, no quiero que me pagues, yo te enseñaré todo lo que sé para que seas inteligente al igual que yo, eso creo, pero primero acompleta la libreta.

—Si si, gracias mi guero. —tomó la libreta y se puso hacerla.

—No me llames así, solo dime Daniel.

—Entonces... Gracias mi Daniel. —dijo con una sonrisa.

—Ah... Si si... De nada...

Más tarde.

—Ya debo de ir a mi casa. —dije mientras terminaba de guardar mis cosas.

—Vamos, te acompaño.

—Sí, está bien, gracias. —tomé la mochila para cargarla.

Salimos de su casa, y nos fuimos a la mia.

—Oye, ¿tú naciste aquí verdad?

—Sí, nací aquí; no mames eres mi mejor amigo ¿Y no lo sabes?

—Wey, es que eres de cabello rubio y ojos verdes, eres demasiado hermoso.

—Jaja, pues gracias. Tú igual eres hermoso, con todo ese cabello negro alborotado y ojos como la miel.

—Jaja, llegamos.

—Bueno, pues... Gracias por acompañarme hasta mi casa.

—De nada, hasta mañana. —se fue corriendo con una sonrisa.

En mi cuarto.

—Se me salió lo joto.

...

~Yo soñando...~

—Daniel... Quiero confesarte algo...
—¿Ah? Dime.
—Pues... ¿Sabes? Eres la primera persona que me a...
—¿Qué te ahhh?...
—Gustado demasiado...
—Ah ya. Espera... ¡¿Te gusto?!
—Sí... Lo siento Daniel, yo no quería que esto pasara, es tu culpa de ser tan lindo. Agh.
—Ah... No sé que decir...
—No digas nada...
—Creo que mejor me voy...
—No no, ¡no te vallas Daniel! ¡Daniel, Daniel, Daniel, Daniel...

. . .

—Daniel, ¡Daniel levante! —me gritó mi madre tirandome de la cama, haciendo que me golpeara la cabeza.

—¡Ah! —grité— Madres... —susurré.

¡¿Daniel ya viste que hora es?! —me gritaba mi madre mientras buscaba mi uniforme.

—¡Agh! Se me hizo tarde...

—¡Apresurate!

En la escuela.

—Debo ir al salón sin que me vean los prefectos... —me escondía entre los arbustos—Ah... Iré corriendo. —fui corriendo hacia el salón hasta que...

—¡Ey! ¡Ya te vi! No puedes entrar hasta el segundo módulo. —dijo la vieja esa, la prefecta.

—Aghhhh.

—Mientras ponte a recojer las botellas tiradas. —me dijo esa y se fue.

—Agh, pues ya que... Ahora tendré dos faltas.

Tocaron el timbre.~

—Uff por fin, ya puedo ir a mi clase. —tomé la mochila y fui hacia el salón.

Agh, ¡¿Esto es en serio?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora