1. Un día cualquiera

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Son las 8 de la mañana de un día cualquiera, medio dormida me dirijo hacia la ducha. Al salir recuerdo que hoy tenia que estar un cuarto de hora antes en el instituto. Me miro el reloj, solo queda media hora. Tomo el desayuno a toda prisa y voy corriendo hacia la pesadilla de cada día.

Al entrar a clase es lo primeo que veo. Ahí esta él. Voy hacia mi sitio como una sombra invisible de la que nadie se preocupa. Y, sí, lo hago otra vez, vuelvo a mirarle, brilla con luz propia. Es alto, delgado y musculoso. Sus ojos son marrones como la miel, suaves y sinceros; estos, reflejan su serena actitud. Este chico es inteligente, guapo, simplemente, perfecto de pies a cabeza .

Me siento en la silla, procurando hacer el mínimo ruido posible (no me gusta llamar la atención). Guardo los libros que traía en la mochila y me preparo para la primera asignatura de la mañana: sociales. Con la esperanza de que, algún día, aquel chico en el que pienso a todas hora, vendrá y me dirá algo. Como hoy eso no sucederá, espero que el profesor llegue. Cojo un mechón de mi pelo y lo meto detrás de mi oreja.

En clase todos hablan, juegan, gritan, se ríen... todos excepto yo. No soy muy sociable, más bien me describo como excesivamente vergonzosa; ademas, con el divorcio de mis padres mi vergüenza ha ido de mal en peor. Cuando recuerdo esto me pongo nerviosa y noto como las mejillas me arden y enrojecen.

Al suceder esto, noto la mirada de 7 chicas que se han girado a la vez para observarme. Se miran entre ellas y oigo el susurro de sus voces:

-Ya esta otra vez roja.

-¿Es que no la veis?, esta marginada. Nadie la quiere.

-Estoy de acuerdo no tiene ninguna amiga.

No me afecta mucho lo que dicen, ya me e acostumbrado a esa clase de comentarios. Pero entonces me doy cuenta de que tienen razón. Los ojos se me llenan de lagrimas, pero me digo a mi misma: "sé fuerte, si lloras, ellas habrán ganado, y eso no te lo puedes permitir". Parpadeo deprisa con la intención de lograr que las lagrimas se disipen, y lo consigo; les he ganado. Sé que es una estupidez, que no tiene importancia, pero me siento orgullosa de ello. Sonrío por mi gran hazaña personal, y se vuelven todas hacia mí otra vez. Ahora pensarán que soy aun más rara, ¡fantástico!

Me olvido del tema e intento concentrarme en el libro que he abierto, supuestamente para estudiar. Como esto me aburre le observo de reojo. Él esta con un grupo de chicos, los demás, también son atractivos, pero sin duda el destaca entre la multitud. Absorta en mis pensamientos, no me e dado cuenta de que el profesor ha entrado en clase, y espera, impaciente, a que todos callen y se sitúen en sus pupitres.

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