4.El Banco de Amor

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Para asombro de Ariadna, tras la puerta de La Boca Verdad encontró una bonita calle de estilo italiano, llena de comercios y paseantes.

«¿Habré salido del laberinto?», se preguntó entusiasmada. Nunca habría imaginado que en el Bosque de los Lamentos hubiera una ciudad. Sin embargo, la ausencia de calles laterales la convenció finalmente de que aquélla debía ser una parte especialmente animada del Laberinto. Era su calle comercial, por raro que pareciera.

Antes de curiosear en las tiendas, sacó su cuaderno esmeralda para anotar la primera cosa importante que había aprendido aquella mañana. Era una verdad más que simple, pero la había olvidado demasiadas veces en su vida.

Soy lo que yo decido ser

Luego guardó el cuaderno en el bolsillo del abrigo y decidió entrar en un edificio de dos plantas con paredes blancas encaladas. Tenía colgado un letrero que ponía «Banco de Amor».

Ariadna empezó a sentir hambre y pensó que en aquel banco, aunque su nombre fuera extraño, tal vez podía canjear su boleto de la Gran Lotería de la Vida.

En el interior sólo había un viejo mostrador carcomido, tras el cual una abuelita parecía dormir una siesta. No obstante, cuando Ariadna puso el billete esmeralda sobre la mesa, la anciana abrió los ojos y le preguntó con suma dulzura:

-¿Qué quieres que haga con eso, hijita?- me gustaría cambiarlo por dinero- explicó insegura-. La persona que me lo vendió me aseguró que esa lotería toca siempre.

-No te lo puedo cambiar- de disculpó la anciana-. Aquí no creemos en el azar. Pero puedes hacer un ingreso en el banco.

-¿Un ingreso?- repuso Ariadna-. ¡Pero si no tengo nada!

Al oír esto la abuelita se puso de pie y abrió los brazos antes de decir:

-¡Cómo que no tienes nada...! ¡Tienes mucho! ¿No has visto que éste es un Banco de Amor? ¡Dame un abrazo ahora mismo!

Sorprendida por tan insólita invitación, Ariadna se acercó a la anciana y, para no ofenderla, le dio un fuerte abrazo como si fuera su propia abuela.

-¿Lo ves hijita?- Le recalcó la anciana-. Acabas de hacer un ingreso de amor.

-¿Y dónde puedo reembolsarlo cuando lo necesite?- preguntó Ariadna, divertida con aquella situación.

-¡En todas partes!- sonrió la anciana-. Eso es lo bueno del amor:

Da igual dónde lo des, porque te será devuelto en todas partes.

-Entonces, ¿por qué hay en esta calle del Laberinto un Banco de Amor?

Muchas personas se han perdido en el Laberinto de la Felicidad porque han olvidado el arte de dar y recibir amor. Aquí les enseñamos a hacer un primer ingreso. El resto es fácil:

Sólo hay que practicar. Cada cual es un banco de amor. ¡No lo olvides!

-Pero ¿Cómo funciona este banco? -preguntó Ariadna.

-Gestiona un amor sin interés, porque se da libremente sin esperar nada a cambio. Puedes ingresar sonrisas, abrazos, caricias, besos, mimos... sea lo que sea que inviertas, siempre te saldrá a cuenta y multiplicarás su valor. También puedes realizar ingresos de mucho valor, pero sumamente discretos: en este banco se valora saber perdonar, callar a tiempo, agradecer los gestos de otros... el amor es una divisa que nunca pierde valor en la bolsa de la vida. ¿A qué esperas para ponerlo en acción?.
La anciana se despidió entonces dando un cálido abrazo y dos suaves besos en la mejilla de Ariadna, que le hicieron recordar una muy agradable sensación largo tiempo olvidada.

El Laberinto de la FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora