Spring.

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Su ropa estaba completamente húmeda por el pasto bajo su cuerpo. Se encontraba recostada, observando el maravilloso arco iris que prontamente se había formado en aquella mañana primaveral. Disfrutaba de su soledad. Aunque, no estaba sola, según ella. Para cualquier persona corriente, ella lo estaría. Pero la chica estaba conectada con todo ser vivo. Podía sentir a los colibríes volar sobre su cuerpo, a las hormigas bajo el mismo, a los árboles hablarle a través de sus hermosas hojas verdes y a las abejas zumbar en las perfumadas flores recién abiertas. La soledad, decía ella, las personas la interpretan mal. Uno puede creer que esta sólo, pero es porque así lo quiere, no porque verdaderamente lo este. Sí uno se diera el lujo de escuchar, sentir e interpretar a la naturaleza a nuestro al rededor, se daría cuenta de que jamás estaría sólo, y que aquella vale más que una compañía humana. La naturaleza puede acompañarte sin hablarte y sin perturbarte. Es un medio completamente pasivo y rústico. El cuerpo es el canal, pero no hay necesidad de ver, para creer. Aquello se puede sentir, y tal como usas los ojos y la boca para comunicarte, con la naturaleza solo te hace falta estar vivo, y puedes disfrutarla de una manera jamás pensada, de una manera completamente extraordinaria.

Four reasons to dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora