Capítulo uno. —Let me die.
''Sentada en el suelo, pensando que
te quiero, que te quise y que tu amor
es necesario''
_____ acomodó su mochila en su
hombro derecho, y siguió caminando
cuando el semáforo se lo permitió.
Era invierno cuando las clases
iniciaron, y este era el primer día de
ella en la misma escuela que siempre,
no deseaba encontrarse con las
mismas personas que la maltrataban
todos los días, toda la semana…
Ella necesitaba quedarse en casa
porque, no tenía las ganas de salir,
su cuerpo no tenía fuerza, se sentía
débil, vulnerable e inservible. Sin
darse cuenta, estaba enfrente de las
enormes puertas de la Institución,
nada había cambiado, todo
permaneció igual… Exactamente
igual.
Emprendió su camino derecho a la
Biblioteca hasta que tocara el timbre
de entrada a clase, el timbre que
odiaba, el que aborrecía. Bajó las
escaleras, y caminó derecho hasta
encontrarse con dos puertas de
madera negra, estas brillaban y
tenían un cartel arriba donde decía
“Biblioteca”, tiró de esta para poder
entrar a ese lugar, sin duda… Su
lugar favorito. Saludó a la Señora
Ariston, quién siempre permanecía
con una sonrisa en la cara, a pesar
de sus años, sus arrugabas no eran
más notorias que el año pasado, pero
su pelo, cada día, estaba más blanco,
y sin brillo. Aunque siempre, sus ojos
azules resplandecían a cualquiera, a
cualquiera que supiera admirar la
belleza en alguna persona u objeto.
A esa hora nadie habitaba la
Biblioteca, _____ no entendía cómo eso
era posible, tenían montones de
libros para leer, había de historia,
acción, romance, suspenso, terror,
literatura, ficción, y más. Ella tenía
una adicción con los libros de
romance porque, anhelaba poder
tener una vida romántica, llena de
pasión, lujuria, besos, caricias… amor.
Llegó a la sección de romanticismo, y
entre tantos libros, escogió uno…