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—Vamos, Hyuk, tú puedes hacerlo —se alentó el joven parado frente a un tacho de basura fuera de su edificio—

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—Vamos, Hyuk, tú puedes hacerlo —se alentó el joven parado frente a un tacho de basura fuera de su edificio—. No cuesta nada y vas a agradecértelo en un futuro.

Miraba la comida que estaba por tirar, él no era de desperdiciar la misma pero debido a su torpeza termino por tirarle de su gaseosa encima, así que era incomible, de nada servía ya pero le daba algo de pena tener que botarla, había costado dinero y tiempo, apenas había comido un bocado, había salido para nada a la calle a comprarla al final.

Ya resignado la tiro, sólo que le erró al tacho y termino por caer al suelo, él tampoco estaba seguro de cómo había pasado eso pero se dio cuenta que sus niveles de torpeza estaban a otro nivel.

—Genial, eres un genio —se alabó con molestia, pasando su lengua por el labio mientras negaba con la cabeza.

Se agachó para recoger lo tirado, pero como había caído detrás del tacho tuvo que estirar su mano para tomar la bandeja, sólo que no vio venir el rasguño que recibió al cual provocó que soltara un grito agudo y cayera sobre su trasero. Miró su mano cortada, el dorso de su mano fue la que recibió el mismo, se extraño por ello, así que rápido se reincorporó para ver que había sido eso, pero al acercar tan sólo un poco la cara vio una pata acercarse a él, así que volvió a caer por la sorpresa.

Ya para ese entonces se dio cuenta que se trataba de un gato, además de que había oído como lo sopló después del segundo ataque.

—Tranquilo, amigo —susurró acercándose con cuidado, teniendo que rodear el tacho que estaba junto a la pared, quizás el gato estaba escondido detrás de éste—. ¿Eres de la calle?

Empezó a hacer sonidos para llamarlo además de chasquear sus dedos, pero no consiguió nada.

—Seguro se me cayó mi comida sobre ti y por ello me odias —comentó tratando de verlo pero al estar oscuro era imposible—. Deja que te ayude.

Se levantó para correr el tacho con cuidado de no asustarlo, seguía haciendo sonidos como para distraerlo, logrando su cometido, logró ver al mínimo sentado mirándolo, tenía todo el lomo manchado con salsa y algunos fideos, eso hizo que se sintiera mal.

—Ven, pequeño —llamó a su vez que chasqueaba los dedos.

Éste termino por hacerle caso y se acercó temeroso, pero cuando vio que sólo buscaba darle caricias con ánimo se refrego contra su mano, haciendo reír al cantante, quien tuvo cuidado de no notar su espalda manchada.

—Resultaste siendo un dulce —se burló haciéndole caricias bajo el cuello, fue entonces que sintió su collar—. Oh, tienes dueño entonces.

Tuvo que correr con su otra mano el pelo del animal para lograr ver su collar, leyendo entonces el nombre que estaba grabado en ella, logrando que se partiera de la risa.

—Te llamas Tequila —se asombró con diversión—. Quizás por ello tan fuerte, ¿no?

El gato sólo lo miraba sin expresión, sin entender nada de lo dicho, sólo quería mimos.

TequilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora