Séptimo Defecto

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7- Sus prejuicios (que cualquiera diría que luego de lo acontecido con su padrino, Potter dejaría de lado esa estúpida costumbre):

Draco miró a Harry fruncir el ceño cuando Theo (uno de los pocos slytherins que quedaron y con quien intercambiaba una que otra palabra desde algunos días atrás) se acercó a su mesa en la biblioteca. En realidad, el encuentro no había sido importante. El chico sólo había ido a pedirle sus apuntes de Herbología de regreso.

Lo importante ahora, era el hecho de que Potter se veía de un extraño mal humor desde ese hecho que había acontecido hace más de media hora. Era irritante no saber qué demonios le picó para tener ese repentino humor de perros, pero Draco no dejaría las cosas así. No si era él quien tenía que aguantar a un Potter rabioso por Merlín vaya a saber qué.

—Muy bien…— Comenzó con su usual arrastre de palabras, llamando la atención del moreno. — ¿Se puede saber… qué demonios te sucede?

—Nada…

— ¿Nada? ¡No me vengas con esas Potter!— dijo, apretando la mandíbula irritado. — Llevas comportándote como una estúpida adolescente en sus días desde hace media hora ¿Y te crees que me voy a tragar esa mierda?

Si Potter creía que Draco le dejaría sin insistir, es que era más imbécil de lo que el rubio creía en antaño.

—Es por Theo ¿verdad?

—No confío en él…— Se excusó, sonrojándose levemente. De no haber estado tan irritado, el slytherin lo habría encontrado como algo adorable.

— ¿Por qué?— Espetó. ¿Por qué motivo el Niño Dorado desconfiaría de Nott? A diferencia de sus padres y de él mismo, el chico nunca fue mortífago. Ni había hecho algo para siquiera hacer notar su existencia (al igual que él mismo) desde su regreso a Hogwarts.

—B-bueno porque…— El rubio alzó una ceja, impacientándose. — E-es un slytherin… ¡Todos saben que no debes fiarte de ellos!

Entonces, Draco se sintió indignado. ¿Esa era una indirecta de que a pesar de llevar semanas hablando y de que él comenzaba a considerar al cara-rajada su amigo... el estúpido Gryffindor seguía sin confiar en él? Bueno, tampoco podía recriminarle nada. Él mismo no confiaría si los papeles estuvieran invertidos. No dejaba de doler, en todo caso. Además, no quería verse como un pobre hufflepuff rechazado.

—Te recuerdo, Potter, que yo también soy de esa casa. ¿O acaso eres tan ciego que ya ni distingues colores?— Gruñó, comenzando a levantarse.

—N-no me refería…yo… ¡Es diferente!— Harry se levantó también, intentando detenerlo.

— ¿En qué es diferente, según tú?— espetó, encarándolo. — En todo caso, yo soy peor que él. Soy el Príncipe de Slytherin ¿recuerdas?

Harry iba a decir algo, pero Draco le interrumpió.

—Soy el jodido slytherin que te hizo la vida imposible por años. Soy el estúpido que se dejó marcar por ese maldito lunático por unas estúpidas creencias arcaicas. Soy un Malfoy, una maldita paria en el mundo mágico. ¿Necesitas más motivos, Potty?

—Y-yo no…

—Ah, claro. Había olvidado que San Potter nunca lastima a nadie. Aunque, no sabía que ser un jodido prejuicioso era parte de tu naturaleza. — Siseó, tomando sus cosas.

—Draco, por favor. Yo no me refería…

— ¡Vete a la mierda, Potter!— Exclamó, apretando la mandíbula. — Ahora, si me disculpas, te libraré de mi presencia.

—Draco, no…

—Igualmente no debemos vernos hasta que la pación este lista, así que no te preocupes. Tu ya deficiente nota en pociones no decaerá más. Nunca permitiría que la mía lo hiciera, de todos modos. — Dijo, antes de alejarse y dejar a Potter detrás junto a sus patéticos intentos por llamar su atención.

El hecho de saber que Potter era igual de prejuicioso que, casi, todo el mundo con respecto a su casa le había dolido más de lo que llegaría a admitirse a sí mismo.

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