El inicio que cambio mi vida

65 5 0
                                    

Todo comenzó durante una mañana en la cual todos con gran pereza nos levantábamos gracias al bendito despertador, pidiendo cinco minutos más mi madre me levanto de una diciéndome que ya era hora, no tuve más remedio que despertar, frotando mis ojos con el dorso de mis manos, solté un pequeño bostezo dando por obvia mi pereza.
-ya es hora no seas perezoso, date una ducha y baja a desayunar hoy es tu primer día en la universidad.
Fueron las palabras de mi madre, sabía mis costumbres, ella sabía que dormiría otros cinco minutos aún que no fuera verdad, dormiría más. No pude evitar sentirme temeroso al sentir la mirada de mi madre, aún se encontraba allí, estaba recarga en el umbral de la puerta con una de sus sandalias den la mano, sin más que decir mi pereza se esfumó, corriendo en dirección al baño al estar mirando a mi madre en el transcurso de mi corta carrera hacía el baño caigo de sentir sobre mi trasero, escucho una risa… si es mi hermano.
Mi hermano mayor, quien a provocado mi caída, no pude evitar reír ya que su risa era escandalosa e inclusive contagia a cualquiera.
Una vez que el  salió del baño entre, dándome una  ducha rápida dando por terminado mi aseo  personal; salí con una talla al rededor de mi cintura y otra sobre mis hombros; nuevamente entre a mi habitación y comencé a  vestirme con unos pantalones negros, una camisa blanca y unos converse color blanco, una vez ya listo baje tomando mi mochila, fácil de distinguir, desayune y seguido de ello me despedí de mi madre, con un pequeño beso sobre su frente.
-Listo mamá, me iré para evitar el llegar tarde te llamaré a penas y llegué, no te preocupes.                                                                                                               
Hable sonriente para mi madre, tomando las llaves de mi habitación  salí de casa en dirección a la universidad. Quien diría que el inicio de clases en la universidad me tendría nervioso, el conocer nuevas personas me provocaba miles de sensaciones en las que la principal era el temor, temor a no encajar con alguien, temor a volver  a los tiempos de antes donde sólo era yo…
Donde era la soledad la que llenaba mi mente, donde los temores crecían, tomando en cuenta que todos me pedían no ser solitario y yo daba todo lo contrario.
Entrando a la universidad después de una agobiante caminata, te vi pasar por un lado de mí, una corriente recorrió mi espina dorsal como si fuese la brisa que pasaba por encima de mi camisa.
Al verte no pude evitar sonreír esa gran sonrisa me transmita seguridad, esa seguridad ,esa alegría, tú sonrisa  es tan perfecta, el color blanco de tu dentadura pareciendo perlas, tus labios en forma de corazón siendo finos y delgados.
Quisiera decir que en ese momento entre a un mundo distinto, donde sólo  te encontrabas tu en frente de mi. Sin darme cuenta tropecé contigo al estar mirándote nunca me di cuenta que te comenzaba a seguir, tú me mirabas de una forma extraña fruncías el  sueño y abultadas tus labios de tal manera que me daba ternura en ese hablaste y me sacaste de mi mundo,
-Disculpa ser te ha perdido algo, me vienes siguiendo desde que entramos a la universidad, al parecer vamos al la misma clase ¿que no?

En ese momento me sonriente y reíste tapando tu boca, no pude evitar reír y asentir simplemente con mi cabeza.

-Mi nombre es Tae Hyung, Kim Tae Hyung mucho gusto
                                                                                                                              
Dije con una sonrisa de oreja a oreja, mis emociones estaban al mil al escucharte hablar, nunca olvidaré   tu melodiosa voz. Tu sólo callaste y reíste nuevamente, bajaste la mirada y entraste al salón de clase, ambos nos presentamos en voz baja hacía el profesor, el se presento y enseguida entro el director Lee Yoon Gi, quien diría que es el director cuando sin pensarlo algunos decían que era un alumno al igual que todos nosotros.
Sin alguna razón me miraste y reíste me preguntaba el por que y me di cuenta que mi compañero de atrás te estaba haciendo reír por alguna extraña razón me sentí celoso…
Las clases continuaron de manera normal, no podía evitar verte, ver esa sonrisa encantadora que tanto me gusta a pesar de ser el primer día que te veo, a la hora de salida te acompañe a tu casa ese día conocí a tu madre, una señora muy encantadora a decir verdad, en su cabello sólo pintaban algunas pequeñas y delicadas líneas blancas, facciones definidas y pocas líneas en su rostro que marcaban el paso de sus años, sin más tu madre me invito a pasar, debo de admitir tu casa es muy bella, teniendo un ambiente acogedor y el olor de la comida provenir de la cocina; tomamos un tiempo y después comenzamos a reír de la nada, como si nos hubiesen puesto gas de la risa en la habitación, sin duda.. fue la mejor tarde de todas.
Al salir de tu casa  tu madre sonrió y te susurro al oído a lo cual tu tomaste un color carmesí, tus mejillas se encendieron de una manera inigualable. Al llegar a casa solté un pequeño suspiro; un suspiro de un enamorado, no un enamorado cualquiera… podría decir… que me enamoré de ti a primera vista.
Al pasar de los meses nos volvimos más cercanos, una cercanía que nunca había tenido, ambos nos mirábamos y podía notar como te sonrojadas. Yo a diferencia desviaba la mirada… como decirte  lo que siento por ti … nunca pude decirlo a menos de que fuera frente al espejo, siempre fuiste tu quien estaba para mi, quien me hacia sonreír de tal manera que mi sonrisa sólo era dedicada para ti, mis encías lograrás ver…
Aquella noche en la cafetería, era una cálida teniendo un olor a café de olla y chocolate de casa, día llovía bastante fuerte, lo recuerdo como si fuera ayer, al pasar corriendo me detuve al ver tu silueta ,eras tú, no dude entrar, al ver que pequeñas gotas rodaban por tus mejillas primero sonreí al pensar que era por la lluvia, al tenerte en frente a mi levantaste la mirada y    
vi tus hermosos ojos hinchados y rojos, no dude en abrazarte, limpiando tus lágrimas te pregunté lo que te pasaba tu sólo negaste, no querías hablar decidí no hacerte preguntas.
Ver tus lágrimas provocaban que algo en mi se quebrantara, tanto que al escuchar tus pequeños sollozos me dolía como si fueran navajas atravesando mi piel, bese tus mejillas y te abrace con ternura, por primera vez en las noche hablaste.
-No me dejes tu también por favor, no me dejes tu también…
Decías entre sollozos, dando suaves y delicados golpes sobre tu espalda para reconfortante tu me abrazabas más fuerte estallado aún más en llanto, nuevamente hablaste y me miraste.
-Por que ella Tae Hyung, por que!!
Gritaste de manera  desesperada ,tus lágrimas no paraban de recorrer tus mejillas mientras te dejabas caer de manera débil sobre el frío suelo, llamaste la atención de todas las personas de aquella cafetería, la señora  Min, dueña del lugar salió y al verte se preocupó.
-Joven, joven… despierte
Hablaba ella un tanto preocupada.
-Es  mejor que se lo lleve… no te preocupes por pagar muchacho, la cuenta corre por la casa, anda toma esta sombrilla y lleva lo a casa, el no está bien.
Esas fueron sus palabras, le agradecí  y te tome en brazos, eras más ligero  que una pluma, unas cuadras  después llegamos a mi casa, mi madre abrió preocupada al ver la hora, cuando te vio en mis brazos tocó tu frente y ardías en fiebre, tomando pequeños trapos con agua fría mi madre comenzó a ponerlos sobre tu frente, tu sólo susurrabas y gritaba pero no despertabas.
-No!!! Mamá!! Tu no!!! Díganme que es una broma!!! No mi mamá no puede ser!!!
Decías entre llanto, aún sin abrir tus hermosos ojos, tomándome entre brazos limpie las pequeñas gotas saladas de tu frente, mi madre  y yo comenzamos a preocuparnos aún más, nuevamente te cargue y lleve a mi habitación, en ese momento  te deje sobre las sábanas de color beige, poniendo debajo de tu cabeza una almohada color café chocolate, al dejarte me tomaste de sorpresa jalándome del borde de la camisa, me acosté a tu lado y bese tus bellos color azabache.
Acaricie tus mejillas, al momento que despertaste me abrazarte con miedo, dándote pequeñas palmadas en tu espalda dándote seguridad, después de algunos segundos comenzaste a hablar.
-Por favor…   tu no me dejes,
Decías entre sollozos mientras talladas tus ojos con el dorso de tu mano.
-De que hablas, aún no entiendo..
Dije con un poco de miedo, no quería incomodarte.
- Mi madre… ella…
Soltaste un pequeño gemido de dolor en tu interior, lo sabía perfectamente, podía sentir que tu corazón estaba destrozado y trataría de aliviarlo de alguna manera.
-¿Si?
-Tae mi madre… ella falleció, tuvo un ataque cardíaco… ella no fue atendida a tiempo… yo tenía que estar con ella, fue mi culpa el de no estar a su lado…
- No, no fue tu culpa, deja de culparte, tu no sabías lo que iba a pasar
Tu comenzabas a llorar aún más, te abrace con fuerza y acaricie tus mejillas. Estabas dañado de una manera que incluso a mi me dolía, tome tus manos con fuerza, te mire a los ojos, esos ojos de los cuales me enamoré estaban muriendo de tristeza te pedí que me mirarlas y así  lo hiciste; podía ver aquellos ojos color chocolate, tus labios titiritaban de manera desesperada, la yema de mi dedo pulgar rosaba aquel pequeño corazón que adornaba tu hermoso rostro.
El día del entierro estando en el cementerio te encontrabas a mi lado, no podía hacer otra cosa más que abrazarte y darte mi apoyo, en el momento en que el ataúd bajo  para dar sepultura y dar un descanso eterno, tomaste    fuerzas y te escapaste de mis brazos, caíste de rodillas sobre aquella tierra dejando salir grandes lágrimas; inclinándome a tu altura te abrace a lo cual tu correspondiste, te pedí que nos retiráramos al ver que los demás se alejaban, tú sólo negaste y yo decidí quedarme. Ese día al llegar a casa te cargue hasta la habitación, donde te deje dormir un rato debido que en el auto de camino a casa; tu respiración estaba tranquila y en tu ojos no entraba la luz del elocaso, al verte dormido  de manera pacífica te cobije  perfectamente y me acosté a tu lado, acariciando tus sedosos cabellos al igual que tus mejillas, podía notar el rojo cerezo de tu nariz y el rosado carmesí de tus mejillas, sin duda te abrace fuerte y acaricie un poco tú cintura mientras te miraba a dormir contemplando tú belleza, tú eres  bello por fuera sino también por dentro eres bello.

amnesia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora