Jungkook se encontraba en su oficina con vistas a la gran Seúl, sentado cómodamente en el sillón acolchado y tapizado en cuero negro y brillante; el aire acondicionado se encargaba de mantener la enorme oficina bien climatizada, cosa que agradecía el joven empresario, ya que era época calurosa para la ciudad, y él odiaba sudar.
Crecido en una familia con dinero estaba acostumbrado a tener todas las comodidades que deseara y necesitara, pero eso no quitaba que fuera un hombre humilde.
Muchos lo describían como estricto y malhumorado, otros como serio y disciplinado, pero todo esto eran caretas, caretas que se caían al llegar a lo cálido de su hogar, o mejor dicho, que Jimin quitaba.
Jungkook mantenía un aura despiadada en la empresa que su padre le dejó a cargo, tenía que ser estricto con los empleados ya que por ser menor algunos trabajadores pensaban que podrían manipularlo, pero no. Teniendo veintiséis años era un hombre con las agallas bien puestas, no se dejaba amedrentar por personas mayores, total, él seguía siendo el jefe de la empresa.
Pero bajo toda esa persona dura se encontraba el Jungkook infantil, juguetón y divertido, aquel que estaba felizmente comprometido con Park Jimin, un joven modelo en ascenso a la fama. Ese chico conocía perfectamente a su prometido empresario, y aunque siempre le decía que fuera él mismo también entendía que necesitaba poner caracter en la empresa.
Ese día había sido lo suficientemente malo para Jungkook como para querer tirar la toalla e irse a su hogar, pero no podía dejar la empresa en el aire, su padre probablemente lo colgaría de las bolas, cosa que sonaba bastante dolorosa.
Sin más opción tendría que ir a la última reunión del día, donde se determinaría las ganancias de cada sucursal en los diferentes estados donde se localizaban, sumarían las ganancias y luego vendrían muchísimos números que tendrían que dividir entre empleados, proveedores, mercancía y muchas cosas más. Los números volverían loco a Jungkook algún día, temía volverse loco como su profesor de matemáticas de preparatoria.
—Jungkook es hora.
La voz de su hermano mayor resonó en la oficina, dándole entendido de que era hora de sacar cuentas y cuentas infinitas, y también que tendría que tener preparadas sus pastillas para el dolor de cabeza.
—Ya entiendo porqué nuestro padre tiene tantas canas, esto es una tortura. —resopló el menor de ambos, levantándose de su asiento.
—Al viejo le gustan estas cosas, nosotros estamos aquí por compromiso, recuerda eso, pequeño. —musitó el mayor dándole leves palmaditas en su cabello.
—¿A quién llamas pequeño? soy de tu tamaño, SeokJin. —rodó sus ojos, tomando la chaqueta de su traje que se encontraba colgada en el espaldar de su silla.
—Shh... No contradiga a sus mayores.
A Jin le gustaba fastidiar de cualquier modo a su menor, las pocas veces que se veían eran en reuniones de las sucursales o en alguna reunión familiar de fechas festivas, pero aunque casi no se veían seguían siendo bastante unidos.
—Vamos, ven a darle un abrazo al hermano más hermoso de este universo —bromeó extendiendo sus brazos en dirección al menor, quién a paso pesado y reteniendo una sonrisa en sus labios se dirigió hasta entrar en el abrazo, dándose un fuerte apretón de hermanos.— Abrazas como niña —burló Jin.
Jungkook un tanto ofendido pero divertido apretó el abrazo hasta dejar sin aliento al mayor.
—S-suelta, ya entendí, tienes más fuerza que yo —se quejó rindiéndose, luego de que Jungkook lo soltara le dio un fuerte golpe en la nuca para salir corriendo de la oficina y llegar a la sala de reuniones, ya ahí con su padre Jungkook no podría hacerle nada.— ¡Feliz cumpleaños, hermanito! —gritó desde la lejanía del pasillo.
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¡Sorpresa Papi! ➳ Kookmin OS •☽•
FanficEra el cumpleaños de Jungkook, y Jimin planeó muy bien su sorpresa, le daría un regalo un tanto... inesperado. ↝Género: Sorpresa, sorpresa 7u7 ↝ Pareja: Kookmin. ↝Gracias por el 1k bebés.