Confía en mí

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La fiesta estaba en su apogeo cuando Teresa se separó de Mark. El chico le había dicho cosas que a ella de verdad le habían dolido. Le había acusado de pensar solo en ella, de no preocuparse por él, de no ayudarlo, de no estar cuando él la necesitaba. ¿De qué narices estaba hablando el moreno? Sin duda alguna, el alcohol y el tabaco no eran una buena combinación en su amigo. Bueno, ex amigo tal vez. Ella no lo sabía en esos momentos. Seguía enfadada y dolida, y tal como había dicho, iba a dejar de preocuparse por él. Por eso, ese momento era el perfecto para olvidarse de su discusión. Estaba en medio de una fiesta impresionante, seguro que encontraba algo mejor que hacer. Por eso, cuando Daniel se le acercó riendo ella le recibió de buena gana.

-Deberías ver a Amanda- el rubio estaba rojo de tanto reír.

-¿Qué ha pasado?- inquirió Teresa curiosa. Las aventuras de su guía eran siempre caóticas y divertidas.

Su amigo se inclinó hacia ella y apoyándose en su hombro le susurró con voz confidencial -se ha quitado la ropa y se ha tirado al lago- dicho esto volvió a reír.

-¿Al lago?- Teresa sonaba incrédula pero después de ver la efusividad con la que Daniel asentía rió con él- venga, vamos a verla- dicho esto comenzó a tirar de su amigo en la dirección que él mismo le había indicado.

Para cuando llegaron su guía ya no era la única que estaba en el agua. Todos los de dos años mas se habían metido, una gran cantidad de los de uno mas tambien se habían animado.

-¡Adam!- gritó al ver pasar al chico de ojos grises- ¿y Christi?

Él esbozó una pícara sonrisa- en el agua,¿te apuntas?

-Yo...

-Anímate

En ese momento llegaron Cindy y Thomas, arrastrando a sus amigos hacia el lago.

-De acuerdo, de acuerdo, dejad que al menos me quite la ropa- con esto consiguió ir hasta detrás de un árbol donde la escondió para poder ir a buscarla luego.

-A la de 3 Teresa, ¿preparada?- le dulce voz de Cindy le llegó desde su derecha. Tomó aire y lo expulsó lentamente.

-Uno, dos... Y TRES- los cuatro corrieron en ropa interior hasta que el agua les cubría prácticamente todo.

-ESTÁ HELADA-se quejó la españolita a la vez que riendo.

Estaba tan oscuro que a penas y distinguía a sus acompañantes. Se acercó un poco más a ellos temerosa.

-Os echo una carrarera hasta allá- exclamó eufórico Thomas. No hizo ni esperar a la salida y ya había recorrido un buen camino.

Los demás le siguieron velozmente a nado.

Pero sortear a toda la gente era difícil y pronto se separaron. La rubia quedó rodeada de gente que no reconcía. Alguien le agarró de la cintura atrayéndola hacia sí, pero ella rápidamente nadó fuera de su alcance. No podía distinguir donde estaban sus amigos. Todo estaba demasiado oscuro para ver nada más que lo que tenía justo delante. Las luces en la orilla parecían más lejanas, al igual que las voces provenientes de la fiesta. Sin darse cuenta se había alejado demasiado. Giró buscando a cualquier conocido pero no veía a nadie. Se estaba cansando de nadar por lo que intentó ir hasta la orilla más cercana. 

Sin embargo no había contado con que la cuesta era más empinada en ese lado. Por eso cuando intentó subir le fue imposible impulsarse todo el camino hacia arriba. Se agarró a una rama sobresaliente e incluso consiguió subir un poco, aún así se le resbaló de las manos y volvió a caer haciendose un corte profundo en el antebrazo.

Gimoteó un poco y volvió a probar. En ese segundo intento consiguió arrastrarse hasta arriba y salir del agua. Mojada, llena de barro y herida se dirigió hacia el lugar de donde procedían las voces. Aún tenía que recorrer un trecho hasta llegar a la fogata, y ese camino no estaba iluminado.

Las raíces le hacían caer una y otra vez. Para cuando llegó a los límites de la fogata estaba llena de rozaduras, de barro y llorando a lágrima viva. Sin embargo, no quería que nadie la viese en esas condiciones, así que en los límites del claro se puso a buscar alguna ropa que poder ponerse. Encontró un jersey granate de chico que le llegaba hasta los muslos. Le tapaba lo necesario así que se encaminó hacia donde se encontraban el resto de los invitados buscando a sus amigos. Pasó por en medio de todos los grupos hasta que llegó a la orilla donde se suponía que estarían los demás.

Una mano le paró en el trayecto- Teresa- le llamaron. La chica ladeó la cabeza para que no se le viese bien-¿qué ha ocurrido?- sonaba preocupado.

-Me quiero ir, ya- susurró hacia el suelo, ante la indecisión de su interlocutor subió la mirada- Adam, ahora.

El pelirrojo la observó cauteloso. Estaba manchada, herida y se notaba que había estado llorando.

-De acuerdo, nos vamos ahora mismo. ¿Puedo ir a por Anne primero? Ahora que por fin ha aceptado que le gusto...

-Venga sí, ve- Teresa cabezeó- pero yo me quedo aquí- afirmó sentándose en la tierra dura.

-Teresa... no...

-Yo, me quedo, aquí-afirmó la chica sin moverse ni un milímetro de su posición.

-No tarde nada lo prometo, tú no te vayas, ¿de acuerdo?- el chico salió corriendo.

La rubia lo observó hasta que le perdió de vista. Después enterró la cabeza en las rodillas y se quedó en esa posición.

De pronto, sintió una suave caricia en la mejilla derecha. Se sobresaltó y miró a ver quién se había sentado a su lado.

Mark.

-No estoy de humor ahora-murmuró para volver a su antigua posición.

-No molestaré, lo prometo.

-Bien...

Permanecieron así un rato.

-¿Tú confías en mi?- preguntó de repente el chico.

-Lo hacía, al menos- respondió la chica.

-Lo siento

-No importa- Teresa estaba tan impasible, ella no era así para nada, estaba como en estado de shock.

-Confío en ti- le dijo él muy despacio- es sólo muy dífícil esto para mí.

La españolita subió la mirada lentamente y le dedicó una pequeña sonrisa triste.

-Escúchame Mark- dijo tristemente pasando la mano suavemente por su mejilla- no quiero que me cuentes esto ahora.

El chico frunció el ceño y se alejó un poco.

-No entiendo-sonaba muy confuso. ¿Por qué ahora que se decidía a confesarselo todo ella no queria saberlo?

-Estás borracho Mark, quiero que me lo cuentes en un estado consciente, no totalmente ido y además... yo... no estoy bien- susurró suavemente, se miró las piernas llenas de arañazos y luego el profundo corte del brazo. No pudo contener más el llanto y lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.

-Teresa...

La aludida sollozó aún más fuerte e inclinó la cabeza en su pecho. El chico pasó sus brazos a su alrededor, envolviéndola y reconfortándola.

-Yo... yo... no podía respirar y estaba cansada y sola y, y, y el agua...- volvió a sollozar agarrándose la camiseta.

-Hey, hey, hey, escúchame. Ahora estás bien, estás aquí. No se qué ha pasado pero puedes confiar en mí.

-TERESA- exclamó Anne llegando por un lado de la fogata.

Vio a la susodicha llorando, llena de arañazos y a Mark a su lado. Su cara se transformó- ¿QUÉ LE HAS HECHO?- gritó acercándose y separándolos bruscamente- si le has tocado un solo pelo te juro que acabo contigo.

-¡Teresa, Anne!- gritó esta vez Adam- ¿estáis bien?-a penas reparó en el otro chico- nos vamos ahora mismo- fue al ver como Anne abrazaba a una temblorosa Teresa y desafiaba al pelinegro con la mirada -¿qué ocurre?-preguntó mirando a uno y otro.

-Nada- la rubia se separó de ellos- vámonos.

-Teresa...-la mano de Mark le frenó.

-Ya hablaremos... confío en ti- le devolvió el apretón antes de girararse e ir con sus amigos.

Una española en el internadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora