| IV |

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Y cuando ambas almas se encontraron por completo ya no había necesidad de buscar, solo disfrutar.

J u v i a

En la calma de la noche ella se mantenía despierta con la mente ocupada en otras cosas menos en descansar, un caos realmente, o eso lo pensaría otra persona si los recuerdos empezaran a embriagar todo. Juvia no estaba confundida ni nada por el estilo ella era plenamente consciente del fuerte lazo que tenía con el joven Fullbuster, lo aceptaba y lo atesoraba como ningún otro, así de fuerte era su amor por él.

—¿Qué pasa? ¿no puedes dormir? —Preguntó una pelirrosa a su lado.

—No es eso Meredy —Susurró en respuesta.

—Entonces, ¿Qué es? —Insistió, estaba preocupada por su mejor amiga, ex amante, siempre le había dicho que serían ellas contra el mundo, eso creyó, pero la realidad era otra porque para Juvia también había alguien más que podía apoyarla.

—Es que mi corazón esta abrumado. —Dijo con voz suave, nada de preocupación solo era tranquila.

—¿Abrumado? —Repitió arqueando una ceja, de verdad que a veces no podía entender a Juvia, parecía tan ajena a su mundo que era aterrador.

—Me estoy llenando de nuevas emociones, es como si fuera un rompecabezas que esta poco a poco siendo completado. —Explicó teniendo la esperanza de que Meredy entendiera a lo que se refería.

Hubo un silencio.

—De verdad no eres de este mundo —Dijo solamente, Juvia se rió y no dijo nada, quizás espero demasiado. Solo él podía entenderla.

Después de todo Gray era parte de su rompecabezas.

—Tienes razón —Se rió más fuerte—, en este mundo soy rara para la mayoría —Recordó y Meredy se quedo callada, no sabía que decir, no podía entender bien los pensamientos de Juvia.

—Juvia... —Balbuceó.

—Tú puedes entenderme —Habló la peliazul posando su mano sobre la de Meredy.

—¿Eh?

—Eres junto a Lucy una de mis mejores amigas que no me juzga por lo que ve, me hablas como a cualquier otra persona, me tratas como a una chica normal y eso te lo agradezco mucho, muchísimo. —Juvia le dio una mirada corta, pero llena de sentimiento.

Hubo otro silencio, uno más largo, donde el sonido del reloj retumbó por las paredes y rebotó hasta llegar a los oídos de la pelirrosa entrando directamente a su sistema nervioso alterando el ritmo de sus sentidos que se apresuraron a alertar a su cerebro de que algo se aproximaba, obligándola a entender las palabras dichas anteriormente por la Lockser, y cuando están tuvieron un significado fueron llevados entre corrientes eléctricas al corazón, que se agitó, y el ritmo cardíaco se alteró y el sonido del tic tac fue remplazado por el bum, bum de su órgano vital.

Sonrió para sí misma, sonrojándose por las bellas palabras de su amiga, sí, su mejor amiga.

—Siempre estaremos juntas, sin importar qué, lo juro. —Admitió con un corazón rebosante de felicidad.

—Lo sé, por eso te lo digo —Mencionó con sinceridad— quiero que estés en cada etapa bonita de mi vida.

Meredy negó.

El arte del desnudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora