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El recorrido que atravesó mi cuerpo no es nada comparado con el que cruzó mi alma.

『 J u v i a

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  Entre sus sueños podía rememorar como esa mirada desde el caballete llena de intensidad casi deseando arrancar su piel, desgarrar sus músculos, romper sus huesos, maltratar sus órganos con solo el objetivo de llegar a su alma. Si eso parecía y a pesar de ello quiso seguir siendo objeto de sus más anhelados pensamientos.

Imaginó aquellas manos sosteniendo el pincel con maestría recorriendo su piel, sintió el toque como si fuera real, suave dulce pero peligroso que erizaba y destrozaba cada parte que ya había sido profanada, y aún así dejó estrujar sus pechos con las manos grandes de él, dejó que su cuerpo se entregará a los pozos oscuros de Gray, dejándose cautivar por él, y por esa boca que la mordía con ganas de marcar su piel y hacerla enloquecer, deseó con todas sus fuerzas que no fuera un sueño porque estaba anhelando con vehemencia tenerlo entre sus manos y jugar con esa piel morena, quiso hacerle saber que a partir de ese momento solo debería ser suyo.

Pero era un sueño, uno tan placentero que se sentía verdadero porque el agarre fuerte de él sobre sus caderas mientras la penetraba se sentía tan real que incluso entre sueños podía escuchar su voz llena de felicidad al haberlo encontrado.

Se sintió feliz cuando entre sus fantasías sus ojos se encontraron y la vieron con tanto cariño que la hizo alcanzar el paraíso.

Así culminó su sueño con un ansioso orgasmo.

Apenas la luz del sol cruzó por sus párpados despertó, soñolienta y frotando uno de sus orbes para acostumbrarse a la luz del día, después desviar la vista a como su amante se colocaba de vuelta la ropa, esta vez para ir a su otro trabajo de medio tiempo.

Su silueta tenía varias marcas que la Lockser había dejado durante la noche, quería dejar un recuerdo en la piel de su acompañante para que así todos los días que permaneciera en su cuerpo tuviera motivos para recordarla, quería ser recordada por muchos y la forma en lo que lo hacía dejaba ver su verdadera forma de ser.

Cargando con diferentes vivencias en cada rincón de su piel, cada vez que se veía al espejo se sentía única, pero a veces ese sentimiento se iba a la mierda cuando las miradas de preocupación se concentraban en ella, eran pocos los que la veían como realmente era ella, primero su mejor amiga; una rubia que se había mudado hace un par de años al vecindario, su amante con quien ya tenía varios años viviendo y recientemente ese apuesto hombre de ojos grises, solo pocas personas podían verla a través de su cuerpo, llegar a su alma y admirarla.

Cuando su amante termino de vestirse habló llamando a Juvia.

—¿Iras al cinema esta noche? —Fue lo que le preguntó colocándose las botas, Juvia asintió a sus espaldas.

Se levanto para acercarse a un espejo y cepillar su despeinado cabello, a veces Juvia podía ser muy salvaje y los que pagaban la factura eran sus amantes, aunque ya se conocían desde hace un tiempo esas costumbres no se iban ni siquiera porque vivían en la misma casa desde hace ya varios años.

—En la noche, para esperarte y quizás ir a cenar. —Miró sus brazos llenos de marcas rojas, y sonrió ante ellas—. Gracias. —Murmuró dejando ver una mirada brillante.

—¿Por qué? —Cuestionó su amante girando su cabeza para verla a los ojos, no entendía esas palabras después del sexo, pero no quería preguntar antes solo hasta ahora se animó a hacerlo.

El arte del desnudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora