Hola, mi nombre es Cora Priscila Rinaldi De Luca, tengo 16 años y vivo en Italia.
Lo sé, un nombre muy largo, pero el apellido Rinaldi es por parte de mi madre y De Luca por parte de mi padre.
Mi madre murió al darme a luz y fui criada por " El rey...
Esto parecía una puta pesadilla, joder, ¿por qué me pasa esto a mi?
¿qué hice para merecer esta mierda?
Seguro esto era una venganza de mi padre por lo de la última vez.
- ¿esto es por lo de la última vez? - me atreví a preguntar.
- no hija, aunque pensándolo bien....este podría ser tu castigo - dice mi padre.
- pero, padre este niño nisiquiera sabe sostener un arma....Joder te matarán - digo tan rápido.
- y por eso tú le enseñarás todo lo posible - habló remarcando el "tu"
- si señor - dije.
Me di la vuelta y aunque me padre me llamo y el estúpido me intento detener me fui de ese lugar.
Hoy necesito descargar todo esta mierda.
Llegue a la zona de tiro y tome una nueve milímetros, me puse los cascos en lo oídos y unos lentes para luego comenzar a disparar a los blancos pensando que eran la cabeza del estúpido.
Joder.....
¿por qué mi padre eligió un bueno para nada?
¿por qué lo eligió a él en ves de a mi?
Sabe perfectamente que estoy entrenada metal y físicamente como para poder ser su guardaespaldas.
Desde niña me dediqué a entrenar y aprendí a manejar las armas solo para que Fabrizio se sintiera orgulloso de mi.
Pero siempre se empeña en tratar de quitarme de este mundo, aunque ya es demasiado tarde.
Soy parte de este mundo y eso no va a cambiar.
Me dedique a ser la mejor solo para que él estuviera orgulloso de mi.
Y así me paga.
Que se vayan al diablo todos, son un cáncer y más el idiota ese de....dash ni siquiera me acuerdo el nombre.
Una vez que que termine senti una mano en mi hombro y por instinto le apunte con mi arma.
Por suerte solo era el imbécil.
- ¿acaso nunca te dijeron que no puedes hacer eso cuando una persona tiene un arma? - escupi con odio.
- lo siento - fue lo único que dijo.
-¿tienes tu arma? -
- claro - dijo seguro.
Comencé a caminar y el idiota tardo un poco en seguirme, pero al fin lo hizo.
Caminamos por lo menos cinco minutos en completo silencio y para mi fueron los mejores minutos que oase cerca de él.
Claro porque no hablaba...
Cállate conciencia.
Cuando al fin llegamos a mi ferrari fui hasta el maletero del auto y saque mi ropa.
Me quite lo que llevaba puesto bajo la atenta mirada del imbécil y me puse un vestido rojo con unos tacones y me maquille.
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