Aun siento esa muerte en mis venas
ese ruido de las gotas de mi sangre
cayendo al suelo, como si todo fuera a cámara lenta
tu risa de psicópata mientras mi sangre recorre tus labios
y tus ojos inyectados en sangre.
El roce de tus dedos fríos como una noche de pleno diciembre
sujetando ese cuchillo con fuerza esperando otra puñalada
dijiste que me lo cuidarías, que lo amarías y lo protegerías
ante las amenazas de cualquier cosa que lo dañara, pero al
parecer no vi que la amenaza eras tu, la que me iba a dañar eres tu.
Solo me queda cerrar los ojos y ver como lo destruyes, poco, a poco,
ver como te marchas haciendo un recorrido de sangre con mi corazón roto.
Y aun así te sigo queriendo, te sigo amando,
me sigues rompiendo... te sigo amando.