Estaban en la feria del pueblo, habían varios stands con comida, juegos mecánicos, gente pasándola fenomenal y llevándose premios.
—¿Sabes? Creo que nunca había venido a una de estas cosas —dijo Brooke mirando el entorno.
—¿Es enserio? —preguntó Teddy sorprendido— cuando vivía en California me la pasaba yendo a ferias y parques de diversiones.
—Cierto que vivías en Los Ángeles, ¿Lo extrañas?
—No tanto, aunque debo admitir que era genial ganarme premios y llevarme peluches gigante a casa —contestó sonriendo. Antes de que la rubia pudiese decir otra cosa la tomó suavemente de la mano— mira, te probaré que soy bueno para esto.
Se acercaron a un juego donde debían tirar una pelota a tarros de metal. Aquel que botara toda la torre se podía llevar uno de los varios osos de peluche que habían. Teddy sacó un poco de dinero de su bolsillo y a cambio le dieron tres bolas.
—Espero no haber perdido mi técnica, estoy algo oxidado —dijo antes de lanzar.
Aún así, sin haber jugado hace años logró botar cada uno de los tarros de metal. Ambos se emocionaron y el dueño del stand se acercó.
—¡Muy bien! —los felicitó— ahora pueden escoger un juguete.
Teddy dejó que la rubia lo escogiera, ella tímidamente miró cada uno de los osos de peluche y terminó por elegir uno rosa pálido.
—¿Cómo le pondrás? —preguntó él al verla abrazada del juguete.
—Teddy —respondió con una sonrisa.
Él le sonrió de vuelta, le parecía dulce que le pusiera su nombre al oso y a la vez le daba curiosidad el por qué.
—¿Nos parecemos? —bromeó.
—Recordé cuando nos conocimos y escondías tu remera rosa —contestó ella— del mismo color que el oso.
—Esa remera provocó todo —agregó él sonriendo.
Ambos se sintieron nostálgicos al recordar los principios de ese complicado y confuso año escolar. Habían muchas cosas que extrañaban de su amistad en esos tiempos.
—¿Tienes hambre? —preguntó Teddy interrumpiendo el silencio incómodo que se generó entre los dos.
—Un poco, ¿Qué se te antoja?
—¿Churros?
—Me gusta tu forma de pensar.
Llegaron a un foodtruck que vendía las deliciosas frituras bañadas en chocolate. Hicieron la fila impacientes, ya que el olor que emanaba el carro era irresistible.
—Los chicos se están perdiendo esta delicia —dijo Brooke dando un mordisco a su churro.
—Las ferias siempre duran varios días, ya podrán venir.
Siguieron caminando mientras comían hasta que llegaron a un punto donde se veía desde lejos el lago junto al sol brillando en el cielo azul.
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Volvimos al juego [MMAG 2]
Ficțiune adolescențiEn tres años muchas cosas pueden cambiar. Estos amigos no se han podido ver en todo ese tiempo, pero ahora que han planeado pasar las vacaciones de verano en una casa en la playa volverán a encontrarse. Nuevas parejas, amigos y aventuras. Todo se su...