Parte 1. Prólogo a los nerviosos lectores

6 0 0
                                    

Por aliviar, si acaso mis palabras obrasen como un bálsamo eficiente, el adjetivo que os sujeta al baile inquieto de la pesadumbre voy a presentaros a mi último personaje de ficción. Lo llamo así porque es hijo directo de mi asombro contumaz contra esta ameba irredenta que los más pretenciosos denominan "realidad".

Se llama Chico Estrada y nació el miércoles 10 de mayo de 2017, tras dos reuniones en una institución humana dedicada a la enseñanza. Este hecho, tan fortuito como pintoresco, será objeto de atención en alguna de sus correrías inventadas y quizás justifique alguna de las acciones de su ya larga carrera como ser curioso y menesteroso.

Fue, en el pasado, pariente de otros personajes: Cisco Jones, primo segundo; Francesc Reina, su padre adulto; o Chico Reina, su tío político. Se nutre, por tanto, de las trampas y las leyendas que ha escuchado en los encuentros familiares y sigue la tradición secreta de su autor.

Se trata, queridos lectores, de que sepamos cómo ha sido este largo devenir y cómo se ha ido cambiando de camisa, de principios, de condiciones y de naturaleza para subsistir y seguir adelante en esta selva de identidades y voluntades que empieza con la transición política de los ochenta y alcanza la actualidad en las hermosas y variopintas tierras de España.

Por vuestro bien y por el mío propio, espero que al acabar esta colección de ocurrencias, podamos desprendernos de esa inquietud que nos menoscaba. Nada peor que te persiga el pasado como una animal misterioso y te subyugue el futuro con su horizonte impenetrable para que vivas tenso en esta tabla endeble e invisible del presente.

Si somos capaces, en feliz convivencia y entretenido diálogo, de soltar ese lastre terrible de las preocupaciones, quizás puedan alcanzar algún sentido estas composiciones, los chismes que oiréis, las gracias que se cuenten y las aventuras que se desarrollen.

He dado en calificar estos fragmentos aventuriles, "vueltas"; y lo hago por la más sencilla humildad. Nada de lo que sucedió a Estrada ni a sus antecesores puede considerarse más que una vuelta, un paseo, un circunloquio de lo que tantos otros ya han vivido. Cree, este hombre que firma el prólogo, que la trascendencia o la importancia es una reserva moral para individuos que olvidan el discurrir insensato de la vida humana. Quizás sea legítimo, pero no considero que las obras humanas, los hechos literarios, los quehaceres insólitos o las preocupaciones de Estrada sean incluibles en ese respetable y grandilocuente género.

En fin. Allá vamos. Detengamos un segundo el brutal reló de las pretensiones, aflojemos el picajoso cinturón de nuestros prejuicios y dejemos que la verdad se esconda tras las palabras, y allá se entienda con ellas, si es que puede. Hoy que se habla de la posverdad con genuino desparpajo y de otros artefactos del periodismo sociológico y otras fruslerías de la componenda académico-política, se me antoja más benigno que nunca un lugar inexistente donde seamos lo que, modestamente, nos dicte la imaginación.

 Hoy que se habla de la posverdad con genuino desparpajo y de otros artefactos del periodismo sociológico y otras fruslerías de la componenda académico-política, se me antoja más benigno que nunca un lugar inexistente donde seamos lo que, modestam...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Francisco Reina González

Las vueltas de Chico EstradaWhere stories live. Discover now