13.11.2008
o l i v e r
—La pasé muy bien hoy.—Digo sin mirar a Ryan a los ojos.
—Yo también.Sus ojos se ven cansados. Lo entiendo perfectamente, pasamos todo el día juntos. Ya es de noche y estamos caminando hacia su casa. En realidad vivimos bastante cerca, perfectamente pudimos habernos encontrado de camino a la escuela.
Veo que Ryan tiembla un poco. Pienso en darle mi abrigo, pero tal vez sería una decisión estúpida. Pensándolo bien, hoy ha sido un día de decisiones estúpidas, pero no me arrepiento.
Estamos en frente de la casa de Ry. Él se despide de mí con un apretón de manos.
—Me encantó conocerte, Oli.—Dice mirándome con sus ojos de color verde intenso.
—A mi también.Suelto su mano y lo veo entrar a su casa. Suspiro y dejo que mis labios formen una sonrisa casi en contra de mi voluntad. Comienzo a caminar hacia mi casa con audífonos puestos y yo voy silbando en armonía con la melodía de The Curse of Curves. Creo que no podría estar más feliz en este momento, y por ahora, nada puede arruinarlo.
Llego a mi casa y saludo a mi madre con un beso en la mejilla. Subo a mi cuarto y me tiro en la cama dejando reposar el mp3 sobre mi pecho. Cierro los ojos permitiendo que la música haga su trabajo hasta que mi cuerpo cae rendido y me duermo profundamente.
14.11.2008
r y a n
Me despierto por el insoportable sonido de la licuadora. Mi tía ya debe estar haciendo el desayuno. Me envuelvo en una manta y camino hasta la cocina. Veo que vamos a desayunar omelette y batido de frutas. Doy el buenos días y me siento en el comedor.
Mientras ella está sirviendo los platos, aprovecha un momento para subirle el volumen a la radio. Preferiría escuchar una estación de música a una estación enteramente de noticias, pero mi tía no me deja tocar la radio cuando ella está en casa (Es porque no sabe usarla).
—¿Cómo te fue ayer con tu amigo?—Dice mientras se sienta a mi lado.
—Bien. Fue divertido.
—Ya veo.
Terminamos de comer en completo silencio. Lavo mi plato y me voy a dar una ducha. Dejo el agua caer sobre mí. Es cálida, por lo que provoca una sensación agradable en mi piel. Miro mis manos y me doy cuenta de que se me está cayendo el esmalte al punto de que ya parece como si hubiera rayado mis uñas con marcador negro.Salgo del baño hacia mi cuarto y me pongo cualquier cosa. Podría salir, pero hace demasiado frío para eso y no tengo nada que hacer. Pienso en llamar a Oli, ya que ambos ya salimos de clases, pero es muy temprano para eso; así que mi última decisión es encender el Xbox y jugar Halo una hora o dos.
—Voy a salir, cuídate.—Dice mi tía Gabrielle asomando su cabeza por el marco de la puerta.
—Diviértete.—Muestro algo de indiferencia, a lo que ella hace una mueca.Después de que se va, sigo haciendo lo mismo, pero no me puedo concentrar. Para ser honestos, en este momento sólo puedo pensar en Oliver. Los únicos momentos que disfruté de la semana fueron con él, y ahora que nos conocemos de verdad lo anhelo más que nunca. Tal vez es porque siempre que hablamos estoy sonriendo y me olvido de mi estúpida vida.
Oli es un poco diferente de lo que imagine. Lleva el cabello corto y en puntas, es pálido y tiene labios delgados. También es muy alto, de hecho cuando ví que se puso de pie ayer en la cafetería me intimidé un poco. Me dió la impresión de que usaba delineador, pero eran sólo ojeras, y al igual que yo, toda su ropa es negra... Parece un punk frustrado.
Apago la consola y voy por algo de comer. La casa se ve mucho más grande por lo que no hay nadie, también hay mucho silencio. Detesto el silencio, es justo en los momentos de silencio en que mi cabeza comienza a gritarme, y es casi imposible pararla. Agarro un cartón de leche y bebo un poco mientras enciendo la radio para cambiarla de estación. En una está sonando Hey jude, así que la dejo porque esa maldita canción es una obra de arte y nadie puede cambiar mi opinión.
Escucho que suena el teléfono. Pasa por mi cabeza que puede ser Oli, así que contesto el teléfono.
—¿Aló?
—Hola Ryan.—Contestó mi tía Gabrielle. Qué decepción.—¿Puedes ver si hay pollo en el refrigerador?
—Ya lo hice tía, no hay.—Respondí algo harto de mi vida.
—Está bien. Gracias, cariño.Cuelgo el teléfono. Pienso en que debería llamarlo. ¿Sería molesto? Claro que no, o al menos eso creo. Marco el número de la casa de Oliver y espero a que conteste.
—¿Hola?—Responde la voz de una mujer.
—Buenos días, ¿Está Oliver?
—Si, enseguida te lo paso.Me quedo esperando a que él contestara por varios segundos, juego un poco con el cable del teléfono mientras tarareo el "na na na na" que indicaba que la canción va a la mitad.
—Linda voz.Me sobresalto al tiempo que la sangre sube a mis mejillas por la vergüenza.
—¡¿Estabas escuchando?!
—Claro que sí. Creo que puedo decir que tienes una voz atractiva.
—¡Oliver!—Mi cara estaba más roja que nunca. No suelo dejar que la gente me escuche cantar.
—Ya, lo siento. Pero es verdad, cantas bien.
—Ok, basta.
—Está bien.
—Bien.Nos quedamos en silencio hasta que ambos soltamos una gran carcajada al mismo tiempo.
—¿Cómo estás, Ry?
—Bien, bien... —Respondo calmando mi risa.—Algo aburrido, la verdad. ¿Tú cómo estás?
—De maravilla. La pasé muy bien contigo ayer.
—Yo igual.Me siento en el sofá llevando el teléfono conmigo, cuidando de no jalar mucho el cable.
—Fue lindo conocerte.—Digo con la voz un poco baja.
—Si.—Dice él con la voz aún más baja.—Oye Ry.
—¿Dime?
—¿Estaría bien si nos viéramos otra vez?
—Claro. —Respondo alegremente. Luego escucho la puerta abrirse. —Me tengo que ir.
—Está bien. Cuídate.
—Tú igual.Y cuelgo, viendo que mi tía entra con una bolsa de compras. Dejo el teléfono en su lugar y voy a apagar la radio para después ayudar a acomodar las compras.
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A Un Millón de Estrellas
RomanceLo deseo. Lo deseo con todas mis fuerzas. Deseo tocarlo, tenerlo en mis brazos y besarlo. Deseo estar con él para que nunca más esté solo. Deseo mirarlo a los ojos y decirle que lo amo. Deseo muchas cosas, pero estamos alejados a un millón de estre...