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TaeHyung se había quejado en infinidad de ocasiones acerca del abrasante sol que lo adormecía, pero aquel día se dio cuenta que odiaba aún más las tormentas de verano

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TaeHyung se había quejado en infinidad de ocasiones acerca del abrasante sol que lo adormecía, pero aquel día se dio cuenta que odiaba aún más las tormentas de verano. La lluvia, al contrario de lo que había pensado, no amainó con el paso de los largos minutos, sino que se había vuelto una de las más grandes del año. La tienda no estaba lista para tal cantidad de agua, por lo que las goteras se repartían por toda la extensión de esta, y habían puesto todo tipo de recipientes bajo ellas, algunos de ellos ya desbordándose. TaeHyung, mientras pasaba el mocho por el suelo de mármol, sintió que su ánimo también se encontraba a punto de colmarse. Se dijo para animarse que al menos ya no hacía tanta calor, pero no mejoró su ánimo en nada.

Por culpa de la lluvia no había podido salir a hacer fotos aquel día, e incluso se había levantado horas antes de lo habitual para fotografiar el amanecer, que fue opacado por los nubarrones oscuros de la tormenta (nubes que TaeHyung relacionó sin percatarse con su particular dolor en el culo, Jeon JeongGuk). Aún así se sentía afortunado ligeramente, pues había tenido la audacia de coger un paraguas antes de salir de casa.

Lo peor de la tormenta era que, obviamente, su clientela se había reducido haciendo que nadie apareciera por el local. TaeHyung pensó que JeongGuk cerraría la tienda, pero su padre le ordenó que aprovecharan para organizar y darle una limpieza de pies a cabeza al sitio, agregándoles el doble de trabajo del que solían tener comúnmente. Afortunadamente, el castaño había aprovechado la ausencia de clientes para pasarse la mañana la sala de revelado, descubriendo qué increíbles imágenes obtenía de la cámara que dejó JiMin dos días antes.

En cuanto la imagen del menor acudió a su mente, el torrente sanguíneo se dirigió a sus mejillas, y intentó concentrarse en la tarea que realizaba, lo cual se volvía algo complicado con la imagen del joven sonriente de cabello rojizo en su mente. JiMin le transmitía una calidez que se extendía por su cuerpo, similar al adormecimiento que le producía el sol en verano, pero con la particularidad de que JiMin no tenía el mismo efecto: él lo alteraba, hacía que su pulsación se acelerara y sus miembros se volvieran débiles y torpes bajo su mirada. Sólo había visto a Park JiMin una vez y aún así se veía capaz de recrearse en aquellos pocos minutos compartidos durante horas (cosa que ya había hecho durante aquellos días de ausencia del mayor). Estaba deseando reparar su cámara para poder verlo de nuevo.

—Kim, voy a subir a casa a buscar un tocadiscos, creo que guardamos uno en el desván —informó JeongGuk con su camiseta remangada saliendo del almacén, dónde había estado la mayor parte de la jornada organizando el material. El anterior aparato se había estropeado por influencia de la lluvia, pues una gotera estaba situada sobre él, dejándolo inservible para cuando TaeHyung y él arribaron al local —. Me está poniendo nervioso tanto silencio —TaeHyung en aquello compartía la apatía, pues el sonido de la lluvia repiqueteando llevaba horas irritando sus nervios —. Sigue limpiando, ni se te pase por la cabeza parar sólo porque me marcho, ¿entendido? —el castaño suspiró con pesar, asintiendo a las palabras del menor, y volvió su mirada al suelo encharcado con un puchero. Como el Sol, JiMin parecía haber desaparecido de su mente, y fue incapaz de volver a traerlo a él, así que se resignó y, tarareando una canción que anteriormente había sonado en el tocadiscos, se sumergió en el silencio monótono.

『 camera 』›› vmin ‹‹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora