23 de Julio de 1993.
Me encontraba sentada en el sofá de la habitación de Draco, con la cabeza de el apoyada en mis rodillas mientras el leía El Profeta y yo hacia mi patronus: una mamba negra.
-Oye Ángela ¿en que piensas para hacer un patronus? Debes tener algún bonito recuerdo para hacer uno, según he leído.
Nunca me he preguntado si el recuerdo que uso para hacer un patronus es bueno o malo, respecto a sentimientos, pero me daba mucho reparo decírselo.
-Me acuerdo de lo primera vez que hice yo sola un conjuro no verbal con mi varita- mentí descaradamente- o a veces me acuerdo de Bellatrix- este último no era falso, pero no lo pensaba muy a menudo, en realidad tenía otro recuerdo.
-Podrías enseñarme a hacer uno.
-Sabes que no puedes usar la magia fuera de la escuela.
-Oh Ángela vamos, se perfectamente que sabes hechizos para burlar las barreras del ministerio.
Era cierto, sabía hacerlos, pero tengo el pensamiento de que Draco aún no esta preparado para saber sobre Dementores y todo lo que tenga que ver con Hechizos tenebrosos.
-Algún día, cuando aprendas a tratar a Dobby decentemente.
-Sabes que lo voy haciendo mejor y sin que me vea mi padre-frunció el ceño- realmente Dobby me cae bien- siguió mirando El Profeta, cuando vi una expresión de sorpresa en su cara- ¡Ángela mira esto! - guie mi vista al periódico- un preso de alta seguridad ha escapado de Azkaban.
-Quiere ver eso- le quito el periódico.
"Sirius Black, un preso de alta seguridad ha escapado de Azkaban, tenemos a un gran numero de aurores pendientes de sus pasos, no hay de qué preocuparse" Cornelius Fudge.
-No puede ser... Sirius- mi vista se quedó perdida en la pared color gris.
- ¿¡QUE?!- Draco me quitó el periódico- oh vaya- me miró- ¿Quieres que hablemos con mis padres?
-No. Ahora vuelvo.
- ¿A dónde vas? - se levantó junto a mí.
No le contesté y de un movimiento me desaparecí.
Sentí un frio aire proveniente del mar. Realmente había mucho aire. El ambiente se sentía triste.
Estaba dentro de una construcción de piedra, infestada de mortífagos.
Azkaban.
Entré disimuladamente a la zona de presos peligrosos. Nunca me había atrevido a ir a Azkaban, por si me pillaban, pero hoy por fin saque fuerzas.
Entré a la zona y pude observar a varios presos con ojos perdidos, hablando solos, o tendidos en el suelo agarrándose las rodillas.
Avance por el largo pasillo hasta que llegué a una zona de la pared que estaba totalmente destruida.
- ¿Quién eres tú? - una voz femenina se escuchaba en la penumbra, dentro de una celda.
Me acerqué a ella, pude reconocerla de inmediato, aún con el rostro demacrado y esa mirada peligrosa.
- ¡BELLA! - corrí hacia los barrotes de su celda y me enganché a ellos.
- ¡ÁNGELA! Oh por dios que haces aquí, estas preciosa- me tocó la cara con una mano temblante.
-Intento averiguar que ha pasado con Sirius, Bella- la toqué una mano.
-Esa rata, adelgazo muchísimo, mucho, nadie sobrevive en este estado mucho tiempo si no tienes un buen motivo para seguir teniendo fe. Pero el, era un animago no registrado, adelgazo hasta pasar entre los barrotes, los Dementores no detectan bien a los animales Ángela.
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La historia que nunca te contaron- Harry Potter
FanfictionDescubre la historia, vista desde otro punto.