El invierno perdió su poder. La primavera gobernó, pero no en mi corazón, ahí seguía nevando.
Dana había muerto. Al parecer despertó de su coma y decidió arrojarse por la ventana, aunque los doctores dudaban de aquel milagro. Los horrores que sufrió al ser secuestrada la llevaron al suicidio, tal vez. Diana estaba siendo atendida, no la dejaban sola en ningún momento, Burgos y Clara temían que hiciera lo mismo.
Vi por última vez a Diana en el funeral de su hermana. Parecía tan calmada, en un extraño estado de relajación. Sus ojos al mirar el féretro de Dana proyectaban una paz admirable y una discreta sonrisa escapó de sus rojizos labios. Me pareció que era feliz al saber que su hermana ya no sufría. No dudé en sospechar que Diana, de alguna forma u otra, ayudó a su hermana a terminar con su tormento.
Me pregunté desde mis pensamientos más ocultos qué sentiría verse a uno mismo enterrado y observarse ser cubierto por la tierra lentamente.
No podía interactuar ni podía acercarme a Diana para animarla. La observé desde mi lugar, no era lejano, pero a mí me lo pareció. Diana me correspondió un par de veces la mirada, el fuego de sus ojos se apagó para convertirse en un témpano de hielo. Una parte de ella murió con Dana. No quería alejarme, al contrario, deseaba acercarme más. Diana me distrajo temporalmente de mi tristeza, por un momento solo existió ella para mí.
Yacía firme como una escultura. El viento jugaba de vez en cuando con sus largos cabellos rebeldes. Se veía hermosa con el discreto vestido que portaba con la elegancia de un cisne. Me sentí atraído de nuevo por ella, por su rostro de muñeca, sus labios rojizos, los que mordía a veces, y por su delicado cuello que resaltaba entre el rojo de su cabello. Me regañé en pensamientos, era mi hermana, debía olvidar que más de una vez fue una dulce amante. Pretendía darle un abrazo y animarla a que me contara la verdad sobre la muerte de Dana.
Sin quitarle los ojos de encima, susurré en mis pensamientos: "¿Tú la mataste?". Pareció que, de una forma mística e inexplicable, escuchó mi pregunta. Giró su cabeza, correspondió mi mirar de nuevo y ligeramente asintió sonriendo. Inmutado, intenté moverme ante mi asombro y preguntarle directamente. No obstante, Burgos hizo de muro.
Diana dejó caer la rosa que llevaba en manos y abrazó a su padre. Miré su mano vendada reposar en el hombro de Burgos. Clara apareció detrás de mí, sentí el peso de su mirada, no tuvo que hablar para dejarme saber que me deseaba lejos de su hija para siempre.
Fui a despedirme de Dana. Mientras miraba su féretro en el fondo de lo que sería su lugar de descanso definitivo, me disculpé en silencio por ser un terrible hermano, por no ayudarla como debí hacerlo. No podía expresar ninguna emoción, todo me parecía irreal, escapado de una pesadilla. No creí que ella estuviera muerta, no lo aceptaba, ni el lugar donde terminaría: en un bosque de lápidas. Odiaba los cementerios. Cuando mi madre se quedó en el mismo, no regresé, hasta aquel momento, donde le dije adiós a Dana.
Después del funeral abandoné la mansión. Me fui a vivir con Burgos .Al final, él se separó de Clara. Ambos estaban sumamente lastimados y dañados como para volver a intentar arreglar su matrimonio. Era mi final de mi tiempo como sirviente de un par de gemelas. Idealicé mi pasado en la mansión y lo extrañé, a pesar de todo lo malo. Encontré muchas razones para estar triste y llorar. Ya no vería a Dana leyendo, a Diana componiendo canciones y Clara trabajando en intentar ser una mejor madre y en su negocio. Ellas ya no pertenecían en mi vida. Muy dentro de mí deseaba que Dana me llevara con ella, en lugar de irme con Burgos, presentarle a mi madre y leer los tres juntos. Por supuesto, eso no era posible, estaba seguro de que si moría, no iría donde ellas se encontraban.
Nada iba a ser como antes.
Diana no ingresó al conservatorio, ya no podía tocar ningún instrumento. Tampoco quería verme, al parecer, nada más la soledad la animaba. Burgos se disculpó conmigo, tanto, que perdieron relevancia sus disculpas. Clara estaba resentida, no quería verme ni en pintura. La defraudé. Se sintió traicionada al descubrir mi pasajero romance con una de sus hijas.
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Cómo los gatos hacen antes de morir |Disponible en papel|
RandomCómo los gatos hacen antes de morir: El día a día de Samuel «Y como los gatos hacen antes de morir, me alejé de las personas que estimaba» La madre de Samuel murió y él se ha tenido que mudar. Todo lo que conocía desapareció. Ahora Sam deberá lidiar...