La muerte de mi abuelo se estaba acercando cada día más y era una horrible tortura para la familia saberlo, pero sobretodo para mí, porque era quien más sufría al saber de su cruel destino. La relación que tuve con aquel anciano fue maravillosa, desde que tenía aproximadamente seis años hasta la actualidad donde ya he cumplido mis diecisiete nunca llegamos a tener desacuerdos o algo por el estilo. Y a pesar de que después de aquella noticia tan dura lo único en lo que podía pensar era en la tristeza que sentía, por una parte me alegraba saber que disfruté plenamente sus años de vida restantes jugando con él, hablando durante horas sobre cualquier tontería, y muchas otras cosas que con el tiempo ya olvidé.
Las enfermedades graves o sin cura son la peor mierda que puede existir en el planeta, y lo peor de todo es que la mayoría de las veces las personas más buenas son quienes sufren éstos males. Me gustaría saber porqué la vida era tan injusta y no castigaba con esas malditas enfermedades a aquellas personas -si es que se les puede llamar así- que realmente eran un verdadero peligro para los demás y les gustaba causar daño.Los días pasaron y mi preocupación aumentaba con el paso de éstos, siendo muy consciente de que ese sentimiento no iba a revertir lo que estaba por suceder. Y cuando llegó aquella noche en que lo tomé de la mano con lágrimas en los ojos antes de que se despidiera de mi y de toda la familia, inesperadamente sacó un muñeco de trapo debajo de las sábanas como si hubiera esperado el momento indicado para dármelo. Al principio, lo miré con cierta confusión, pero al mismo tiempo estaba muy agradecido de que me dejara un pequeño obsequio para recordarlo por siempre -aunque, incluso si no me daba nada, yo jamás iba a olvidarme de él-.
Con una dulce y amable sonrisa que lo caracterizaba me dijo que a pesar de verse como un regalo tan ordinario y extraño para un chico de diecisiete era todo lo contrario a eso. Una pequeña mueca de felicidad se formó en mis labios, y yo quise saber a qué se refería, pero lo único que me dijo antes de cerrar los ojos para nunca más volver a abrirlos fue: "Este muñeco de trapo te acompañará el resto de tu vida mientras yo esté descansando eternamente", y murió sin darme una explicación concreta de porqué me había dado aquel obsequio.
Al día siguiente no quise levantarme de la cama, mi rostro era un mar de lágrimas y no quería que nadie continuara viéndome en ese estado. Estaba demasiado seguro de que no podría seguir siendo una persona feliz, y abracé a aquel muñeco de trapo con el que dormí durante toda la noche como si mi vida dependiera de ello. Era mi único consuelo en ese momento, tal vez de ahora en adelante iba a llevarlo a todos lados conmigo, y honestamente, no me importa si las personas se me quedan mirando extraño por apegarme tanto a él.
A decir verdad, era un muñeco con una pinta bastante misteriosa y daba ciertos escalofríos, creo que ningún niño querría que le regalen algo tan aterrador. Aunque de por sí, la reputación de los muñecos de trapo no era muy buena porque siempre lucían un poco perturbadores. Pero a mi me gustaba demasiado éste, sobretodo la pequeña sonrisa macabra que le habían bordado, definitivamente esto era algo que no se le podía regalar a un pequeño. Supongo que mi abuelo sabía a la perfección que me terminaría gustando, el anciano me conocía muy bien, ¿Para qué negarlo?— Quizás no puedas hablar, ni tampoco moverte y bromear como mi abuelo, pero aún así, creo que voy a quererte como si fueras una persona común y corriente — Quise sonreír en ese instante y convencerme de que estaba acompañado por él, pero no pude hacerlo, me sentí demasiado solo porque sabía que mis padres nunca me prestaban atención, a veces me daba la sensación de que no existía para ellos, y siempre que pasaba eso me iba corriendo hacia mi abuelo para que me sacara unas pequeñas risas después de tanta amargura y soledad. Ahora no tenía más escapatoria, así que, desafortunadamente no me quedaba otra opción más que continuar con mi insignificante existencia hablándole a un muñeco como si éste me estuviera escuchando. Ahora mismo soy la persona más patética del mundo, lo sé.
— Creo que nunca tendré a nadie más especial que tú, por eso siempre te cuidaré para que no te rompas o te ensucies. Además de los recuerdos, eres lo único que me queda de mi abuelo, así que tengo una importante responsabilidad contigo — Mientras hablaba en un tono suave sin dejar de abrazarlo, mis padres estaban observándome desde la puerta con una expresión desagradable hacia mi persona, lo más probable es que ahora pensaran que estaba loco al hablarle a un objeto sin vida, y no lo iba a negar porque quizás era cierto, ¿Pero los niños no hacen lo mismo con sus peluches o juguetes? ¿Está mal que yo lo haga siendo un adolescente, casi mayor de edad?
Si estaba mal hacerlo, pues bien, no tenía pensado detenerme, de ahora en adelante sería mi nuevo compañero y debía apreciarlo como tal, así que lo que dijeran mis padres no me haría cambiar esas actitudes, y si querían pensar que estaba mal de la cabeza no iba a intentar hacerlos cambiar de opinión o modificar mi comportamiento porque me daba lo mismo si era desagradable para ellos.
— Hijo, entiendo que lo aprecies tanto porque fue un obsequio de tu abuelo, pero, ¿No crees que es innecesario y poco acorde a tu edad hablar con un muñequito? — La forma en que mi madre dijo eso me hizo rodar los ojos con cierta molestia, y en ese momento me hubiera gustado preguntarle qué mierda le importaba a ella si hablaba con él. Que yo sepa, eso no le hacía daño a nadie.— Si hubiera pensado que es innecesario y poco acorde a mi edad no estaría hablando con el maldito muñeco — Bufé enojado y vi como se acercó con el ceño fruncido, demostrando que estaba furiosa conmigo por mi mala contestación, y me dio una fuerte cachetada en la mejilla que resonó en toda la habitación, no me quejé, ya estaba acostumbrado a la forma violenta en la que me trataba de corregir, y digo "trataba" porque yo nunca escarmentaba ni siquiera cuando me dejaba moretones en el cuerpo de tanto golpearme.
— ¡No vuelvas a contestarme de esa manera Taehyung! — Exclamó apretando los puños y la miré con indiferencia, al no obtener ninguna respuesta de mi parte, se colocó una mano en la frente intentando calmarse y simplemente se fue. Mi padre se quedó observando la situación con frialdad, no le importaba saber que su hijo recibía tantos golpes de parte de una vieja estúpida con muy poca paciencia. Sólo me miró de reojo antes de irse detrás de mi madre, como si no hubiera sucedido nada.
— Te acostumbrarás a ver este tipo de cosas casi todos los días — Le susurré a mi muñeco con calma y recordé que todavía no le había puesto un nombre, así que acaricié mi mentón con una mano y miré hacia arriba pensativo. — ¿Sabes? Aún no tienes un nombre, pero creo que Jungkook encaja perfectamente contigo, ¿Qué te parece? — Pregunté con un gracioso brillo en los ojos, tomé la cabecita del muñeco y la moví fingiendo que éste asintió como respuesta.
— Jungkook, prometo que seremos compañeros inseparables, y espero que tú también me lo prometas —
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Tenía un fanfic Jimsu pero no me gustó y lo borré, en cambio, hice éste del KookV porque me gustan más esta clase de historias tenebrosas(? :'3
Me inspiré mientras pensaba en hacer un nuevo fic y me gustó el resultado xD
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"You and me" [KookV]
FanfictionTaehyung recibió un regalo especial de parte de su abuelo antes de morir a causa de una grave enfermedad; un pequeño muñeco de trapo que lo acompañaría el resto de su vida. → Jungkook TOP ← →Taehyung BOTTOM ← ★ Actualizaciones rápidas ☆