El Inicio

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El Inicio

Era media noche, y el rey seguía en la sala del trono... Siguiendo las órdenes de Artemis, Killa y Hakar habían estado espiándolo todo el día, pasando situaciones vergonzosas frente a los guardias, y criados del castillo, mientras observaban qué hacía, y con quién se reunía... Todo para obtener algunas respuestas a las preguntas de Artemis...

Hakar se movió incómodamente a su lado, cansado... Y en cuanto la chica notó que iba a hablar, pisadas suaves y calmadas llegaron a sus oídos, con lo cual mandó callar al guardia.

-Su majestad, vuestros dos hijos han empezado a sospechar acerca de las dos extras...-la suave voz del Magister Batyo llegó a sus oídos, ocasionando que con una mirada triunfante a Hakar en sus ojos grises, carentes de pupila, la chica le ordenara que la acercase a la ventana, y éste obedeciera, aleteando sus brillantes alas, ocultas bajo el manto de invisibilidad que Killa había puesto sobre ambos.

-No me sorprende... -la fuerte voz del rey llegó a los oídos distorsionados de la híbrida, mientras una brillante sonrisa trataba de formarse en su rostro-. Alek presume conocerme, y Artemis lo hace tan poco que desconfía de cualquier cosa que hago... Siempre han sido los más astutos, y es por eso es que no podemos descuidarnos, no podéis dejar que descubran nada... Con la mínima pista podrían descubrirlo todo... Y en cuanto uno lo supiese, la noticia se esparciría tarde o temprano, y todos mis hijos lo sabrían...

Como siempre, la voz del rey sonaba pausada, debido a las largas respiraciones que tenía que tomar, y con la cuál pretendía ocasionar expectación en cualquiera que escuchase, para ocultar su mal estado... También notó, sorprendida, que aquél lenguaje elegante y educado que solía usar con sus súbditos, aquél que sólo él utilizaba, y que Nathaniel se esforzaba siempre en imitar, era dejado de lado en esta conversación, demostrando la confianza que se tenían ambos hombres.

-Su majestad... -la voz del Magister Batyo sonaba alarmada.

-Y la matarían... Las matarían...

-¿Las?-la voz de Hakar le llegó en un susurro, y Killa deseó poder golpearlo.

-Creo que no estáis teniendo en cuenta el cariño que vuestros hijos han desarrollado por la princesa...-habló nuevamente el consejero del rey.

-La princesa es una amenaza para ellos, para el reino entero... Si se llegasen a enterar, estarían tan asustados que no dudarían en matarla... 

                                                                                                                                                       .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .

Con un gesto de Alek, Jala se retiró de la estancia con una reverencia, dejando a los dos hombres solos.

El guardia trató de no parecer nervioso, pues sabía que el príncipe lo notaría... Sin embargo, le era imposible no pensar en el hecho de que un simple error lo llevaría al desprecio de todos aquellos a quienes quería y, posteriormente, la muerte...

-Supongo que sabes porqué te mandé llamar, Hakar... -Alek rompió el silencio, sonriendo misteriosamente al rizado.

-Sus razones siempre son un misterio para mí, mi Lord... -contestó Hakar con una encantadora sonrisa.

La sonrisa de Alek se tensó momentáneamente, para volver a formarse con mayor esplendor.

-No me sorprende que mi hermana se vea tan encantada contigo... Sin embargo, creo que mientes, puesto que debes saber, que, como siempre, te llamé para hablar de mi querida hermana.

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