Capítulo 1

5.3K 323 57
                                    

Pasaron un par de días antes de que los cazadores tuvieran trabajo. Sam se levantó antes, y para cuando Dean lo hizo, el ya había desayunado y estaba buscando algún caso en su ordenador. Sí, el suyo; no el de Dean. Tenían un gran problema con las posesiones del uno y del otro.
El hermano mayor se dirigió a la cocina y salió de ella con un plato con huevos revueltos y un taza con café negro en las manos, para sentarse frente a su hermano después. Nada más hacerlo, levantó la mirada hacía su hermano para decir algo, pero éste se le adelantó.

-He encontrado algo -dijo solamente Sam.

-Dime -contestó Dean antes de darle un sorbo a su café.

El hermano pequeño carraspeo un par de veces antes de empezar a hablar:

-En este artículo pone que en Lowell, Massachusetts, un hombre ha muerto en su casa asfixiado por...

-¿Qué? -preguntó intrigado Dean.

-...piezas de lego.

Hubo un silencio en el que los hermanos empezaron a hacer teorías sobre el caso.

-¿Como pudo ahogarse con piezas de lego? ¿Intentaba... comerselas? - preguntó Dean algo desconcertado. - ¿Sabes si tenía hijos?

-Emm... no, era soltero.

-Entonces, o era uno de esos locos coleccionistas o esto no tiene sentido.

Sam rió y cerró su portátil.

- Así que, ¿vamos? -dijo levantandose.

Dean hizo un gesto de aprobación mientras acababa su café.

Una hora más tarde los hermanos ya estaban en el Impala, de camino a Lowell. AC/DC resonaba en el coche mientras ellos tarareaban la canción. Sam miró a su izquierda, pensando que hacer. Finalmente, decidió hablar:

-Dean, sobre lo que paso en el último caso, con Cas y el hombre lobo...

-No pasa nada, todo está bien -le cortó él. No estaba de humor para hablar de nada, y menos sobre Cas. O sobre lo que ocurrió en el último caso.

Lo que ocurrió fue que todo se complicó más de lo que era necesario. Al principio creían estar cazando un par de hombres lobo, que acabó siendo uno con un negocio de tráfico de drogas. Dean no pudo hacer nada para pararlo y, por desgracia, Sam murió atacado por el hombre lobo. Cas, que era quien les habia encargado el caso, le devolvió a la vida; pero Dean no podía olvidar lo que sintió al ver a su hermano yaciendo en el suelo.
El conductor subió el volumen de la música y el Impala siguió su camino por la desierta carretera.

Empezó a hacerse tarde, así que los hermanos decidieron parar a descansar en un motel de carretera. Nada más tumbarse en la cama, Sam se durmió. Por el contrario, a su hermano le costó más conciliar el sueño. No podía parar de darle vueltas a algo en la cabeza, y ese algo era Castiel. Últimamente lo veía muy raro. Y, aparte de eso, no podia sacar la imagen de su cara de su cabeza.
Cuando por fin Dean empezó a caer dormido, unos minutos más tarde, se oyó un suave revoloteo en la habitación. El Winchester agarró, despacio, el cuchillo que tenía bajo la almohada, aunque no sirviera contra ángeles. Se hizo el dormido un rato, preparado para atacar a la criatura en cualquier momento. Al ver que nada ocurría, decidio abrir un poco el ojo para ver al ángel. Estaba muy oscuro, pero la luz de la luna iluminaba un poco al asaltador. Dean no podía creerse lo que estaba viendo. Pudo ver a un hombre quitándose una chaqueta, concretamente una gabardina, y dejandola en una silla. Ahí, a unos 3 metros de su cama, estaba Cas, observandole. No era la primeta vez que lo hacía, Dean ya le había pillado un par de veces mirándole mientras dormía, o se hacia el dormido. Pero el Winchester creyó que tras lo ocurrido hace unos días, el ángel no volvería a visitarle por la noche. Se sentía incómodo ante la presencia de Cas, todo era muy extraño. Decidió ignorarlo, como siempre hacía, e intentar dormir.

Otro día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora