Dos amores dos claveles
un crepúsculo entre tinieblas
dos amores dos claveles
se rompe el tallo se quiebra
por donde estará el camino
sendero de la esperanza
que blanco y negro es el sino
de este amor prendido en ascuas.
a la vera de tu querer
que en la sombra tengo el mío
entre sombra y sol un poder
hay que el cielo se ha estremecio
amores que no puen serMarchitación.
Había recibido una nota de Hermione citándolo al día siguiente en la recepción de un hotel. Mintió a su jefa diciéndole que tenía algo urgente que atender, aplazó un par de clases que debía impartir y suplicó a Graham que se hiciera cargo de la vigilancia de aquella tarde en la sala de estudio.
Y todo aquel esfuerzo, para estar con ella. Si ella le llamaba, iba a dejarlo todo para acudir.
Surcó su cuerpo desesperado, con ansia de sentirla. Apenas habían llegado aquella extraña habitación de hotel cuando la había asaltado con sus besos y caricias, casi arrancándole la ropa al llegar.
-Me has echado de menos...- gimió Hermione, bajo sus envolventes besos.
No era una pregunta, era una verdad absoluta.
Ella correspondía a los besos de su amante, llevándole hasta la cama, dispuesta a pecar una vez más.
Después de aquella tarde que pasaron juntos haciendo el amor, había temido que no volviera a llamarle. Temía que terminara arrepintiéndose, haciendo como si nada hubiera pasado entre ellos y no volver a surcar nunca más aquellas curvas de mujer.
Pero cual afortunado era de tenerla, aunque fuera a escondidas, aunque fuera en la oscuridad de aquella habitación de hotel.
Hermione no era consciente del todo del poder que ejercía sobre él.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
Neville Longbottom cargaba aquel voluminoso regalo con cierta dificultad. Quizás se había pasado, ya que ella sólo era un bebé que iba a cumplir un año de edad, pero era su padrino y quería estar a la altura.
Se adentró en la chimenea con cuidado de no aplastarlo y lanzó a sus pies los polvos Flu, apareciendo en el número 12 de Grimmauld Place.
Tosió a causa de la ceniza y salió de la chimenea, sacudiéndose el flequillo con la mano y soplando sobre aquel gran regalo en un intento de eliminar la suciedad.
Era evidente que allí se estaba celebrando una fiesta infantil. Había globos de colores flotando por la estancia, cadenetas de colores y gritos infantiles.
Cuándo había pedido permiso para acudir a la fiesta de su ahijada, Minerva había estado a punto de negarse. Eran muchas las tardes que se había escapado del colegio para verse con Hermione y su jefa comenzaba a sospechar de él. Algo le hacía sospechar que su profesor de herbología no tenía tantas urgencias que atender, pero sus años de pulcra docencia le abalaban.
Pero cuándo le contó que la razón para salir del colegio, era para ir a la fiesta de su ahijada, no se había podido negar. La mujer después de tantos años, aún sentía debilidad por Harry Potter.
En otro momento le hubiera dado lo mismo acudir o no, pero tenía muchas ganas de verla... aunque era la primera vez que se iban a ver con gente alrededor después de acostarse juntos.
Y eso lo tenía histérico.
Él también estaría allí... sabía que ese día terminaría llegando, pero siempre lo había visto como algo lejano y no tangente como ahora. Al principio comenzó a comerse la cabeza pensando cómo sería volver a ver a Ron, pero sabía que si pensaba mucho en ello terminaría volviéndose loco, así que lo dejó como algo que lidiar en su futuro y disfrutar de su carpe diem.
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La arista del triángulo
FanfictionUn anhelo, un deseo por realizar... sabía que debía apartar los ojos de ella, pero ya era demasiado tarde. Ella estaba casada con otro. Hermione/Neville