IX. Lucía y Tomás

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Manuela seguía estando muy enfadada con Betsabé y Neo. Hasta el punto que, al encontrarse con este último en la calle, comenzó una violenta pelea, a base de gritos y débiles golpes a la que los transeuntes tuvieron que meterse para parar. 

La muchacha estaba llena de bronca. Y no podía controlarla, la necesitaba descargar. La necesitaba descargar contra el culpable de su dolor, y aún quería demasiado a Betsabé para hacerlo contra ella, Neo era un objetivo que le dolería menos insultar.

Cuando Betsabé se enteró de esto, le mando un muy serio mensaje a la que había sido su amiga, para decirle que con esto cortarían definitivamente toda relación, ya que ella ya no quería recibir el perdón de alguien tan violento. Mensaje que Manuela no había contestado, pero que sí había recibido ¡Y bien que lo había recibido!

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También Lucía y Tomás terminaron cortando, en el medio de una acalorada discusión que, muchos rumoreaban, tenía a Ivo de por medio. Cómo había entrado el muerto en la discusión, muy poca gente lo sabía, por lo tanto era el nuevo chisme de segundo grado, lamentablemente nada de lo que se contaba era cierto, ya que los pocos que sabían de verdad cómo Ivo había llegado a los insultos no decían nada. Por eso, de todos a los que Betsabé les preguntó solo obtuvo como respuestas rotundos "ni idea" y alguna que otra divagación incómoda e incoherente "Bueno... La verdad que... esto que van diciendo y tal... a Lu le afecta, obvio, pero no... No sé, no me dijo, viste que cuando te pasan estas cosas te pones mal y bueno, eso..."

Betsabé no pudo conseguir que nadie que no fuera unos de sus principales sospechosos le dijera bien de qué iba la pelea, y por qué su hermano estaba en esta. Y como de verdad quería asegurarse de que no tenía nada que ver con quien era el culpable del asesinato, sólo le quedó una opción: preguntarle a los involucrados.

Primero, intentó preguntarle a Tomás, ya que este tenía menos pruebas sobre su espalda, pero cuando lo encontró en la fotocopiadora y le planteó su duda, este siquiera la dejó acabar de hablar y se fue bruscamente, sin fotocopiar nada e ignorándola totalmente, a pesar de que ella le gritó para que volviese. Así que, muy a su pesar, fue a buscar a Lucía en el patio. Ella se encontraba sentada sola y alejada de todos, casi que parecía aislada del mundo y de la vida. Tenía celular en la mano y escuchaba música por unos auriculares verdes, algo muy extraño en una chica tan llena de amigos como ella. Al acercarse, Betsabé notó que su grupo de amigos se encontraban a unos metros, y que cada tanto alguno le mandaba una mirada de preocupación.

—Hola —la saludó lo más amigable posible, tratando de no dejar entrever que la pelirroja era su principal sospechosa, junto con su novio. Mejor dicho, su ex novio.

Lucía levanto la vista, y pareció a punto de rodar los ojos como hacía cada vez que Ivo hacía una payasada, aunque claro, esta vez sin una sonrisa acompañando el gesto. Pero se contuvo. Se sacó los auriculares de mala gana y le dio una media sonrisa completamente falsa, tratando de verse amigable, como siempre.

—¡Hola! —dijo, aparentando sorpresa— ¿Cómo estás? 

—Quisiera saber dónde entró mi hermano en sus problemas de pareja —dijo seriamente y sin rodeos desde lo alto, ignorando su superficial pregunta.

—Ah... ok... re directa.— respondió simplemente, con un aire cansino, para luego palmear en el banco un lugar al lado suyo— vení, sentate. Es raro hablarte desde tan abajo.

Lucía rió secamente, y Betsabé se sentó, incómoda.

—Bueno... ¿Y? ¿Qué tiene que ver Ivo entre ustedes? —repitió su pregunta, como si no supiera que Lucía había sido su novia y Tomás su mejor amigo.

—Dale, no te hagas la boluda —dijo Lucía, cuya sonrisa ya había desaparecido y que ahora parecía algo enojada—. Media pila, ya sabés lo que significaba Ivo para nosotros.

—Hasta donde yo sé, él para ustedes no significó nada más que una simple distracción —contratacó Betsabé, sin poder evitarlo. Aunque luego se tranquilizó, y continuó la conversación, haciendo de cuenta que no había respondido eso—. Vos ya sabés a lo que me refiero ¿Por qué discutieron por mi hermano?

—No discutimos por él, solamente apareció en la discusión. —respondió, ignorando el primer comentario, dejando pasar la impulsiva reacción de Betsabé.

—¡¿Y por qué?! —replicó la pelinegra alterada. Se paró del asiento, acelerada, mientras se tomaba las manos impaciente.

Lucía calló por unos pocos segundos, segundos que hicieron que las sospechas de Betsabé comenzaran a revolverse en sus entrañas.

—Fue una boludez, solamente me dijo que por mi culpa se había muerto porque yo lo dejé tirado en el parque, pero a mí me enojo, porque esas cosas te duelen, obvio y lo insulté y así siguió. Pero no cortamos puntualmente por eso — explicó finalmente, pero Betsabé no se convenció ¿Por qué le habría dicho eso sólo porque "lo dejó tirado en el parque"? Era una pelotudez. Incluso para ella, que culpaba a Lucía de todo.

Betsabé la miró directo a sus ojos, que Ivo había repetido hasta el cansancio, eran como almendras. Dejó de decirlo cuando la novia le dijo que era re cursi. A su hermana nunca le pareció cursi.

Ella le devolvió la mirada con incomodidad (una mirada cargada de secretos, de mentiras) por unos segundos y luego desvió la vista de los misteriosos ojos negros de Betsa, que la miraban casi sin pestañar, con evidentes nervios.

Betsabé sabía que Tomás no le había dicho eso, pero asintió y luego de despedirse secamente, se alejó con el sabor amargo de la mentira en la boca.

Un escalofrío le recorrió cada centímetro del cuerpo al pensar que, seguramente, había estado intercambiando palabras con una asesina. Específicamente, con la asesina de su hermano.

La tormenta, tarde o temprano, terminaba por alcanzar a todos. Lucía no era una excepción.

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