Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa, durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia. Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre respetado por los demás, proyecto al que dedicó su vida y su escasa fortuna.
A los setenta años, Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos.
Esperaba que su hijo, ahora brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera, y decidió por primera vez en su vida acercarse y pedirle un favor.
Don Roque tocó la puerta.
-“Hola Papá, ¡qué milagro que vienes por aquí!”
Don Roque contestó: -“Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo; además estoy cansado y viejo”.
-“Pues a nosotros nos da mucho gusto que vengas a visitarnos ya sabes que esta es tu casa”.
-“Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo, entonces, ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes?”.
-¡estoy tan sólo! -Dijo Don Roque
-“Ehh…¿quedarte a vivir aquí? -Don Roque asintió -“Sí claro, bueno, no se si estarías a gusto, tu sabes la casa es chica, mi esposa es muy especial y luego los niños”. -Titubeo su hijo.
Don Roque sonrió con tristeza -“Mira, hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mi, alguien me tenderá la mano”.
-“No papá no!, ¡no es eso!, solo que no se me ocurre dónde podrías dormir”. -Expresó su hijo
-“No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonaría a menos que no te moleste”. Se quedó pensando el brillante profesional.
-“¿Qué cosa hijo?”. -Pregunto esperanzado Don Roque
-Dormir en el patio. -Dijo su hijo
-“¿Dormir en el patio?” -Preguntó con una voz triste -“Bueno el patio está bien”. -Don Roque expresó en un tono triste.El hijo de Don Roque llamó entonces a su hijo Luis de once años.
-“Dime papá”. -Su hijo se presentó delante de su padre y abuelo.
“Mira hijo, tu abuelito se quedará a vivir con nosotros, tráele una cobija para que se abrigue y no pase frío en la noche”.
Su hijo escuchó atento a las indicaciones de su padre. -“Sí, con gusto” Luego se quedó pensando “Pero, ¿Donde va a dormir mi abuelito?”.
-“En el patio, no quiere que nos incómodemos por su culpa, ya sabes como es”.
Entonces el Niño al escuchar las palabras de su padre y subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos. En ese momento llegó su padre.
-“¿Qué hacés, porque cortas la cobija de tu abuelito?”.
“Sabes papá… estaba pensado.”
“¿pensando?”. -Pregunto extrañado su padre
“Sí, en guardar la mitad de la cobija para cuando tu seas viejo y te vayas a vivir a mi casa”.
Un abuelo es un tesoro, un nieto es vida.
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Reflexiones para nuestras Vidas
EspiritualUna copilación de hermosas reflexiones que nos ayudarán en nuestro caminar diario con Nuestro Señor y Salvador Jesucristo